Y conviene advertir que no son lo mismo, pese a que en nuestra suciedad de malestar inducido se nos quiera hacer creer que pobreza y miseria son la misma cosa, no son términos sinónimos. Quizá podrían ser conónimos, como nos ha enseñado recientemente el indomable viejo profesor universitario de Filosofía Gustavo Bueno.
En una sociedad campesina organizada puede que haya pobreza en muy diferentes niveles, esferas o planos. Sea que sus historias estén relacionadas con niveles de apropiación y distribución de la alimentación, del conocimiento de la escritura literaria, de la salud corporal, etc. Pero sus habitantes no tienen porqué ser unos miserables y padecer una miseria tan absoluta que su única preocupación consista en pensar constantemente en el modo y manera de hacerse con la riqueza del Otro.
En las sociedades urbanas sí que existe miseria. En muchos casos el que la padece no tiene mecanismos para saber con certeza cómo han llegado otros seres tan semejantes a él a disponer de una acumulación tan enorme de riqueza. Y esa invisibilidad le desarrolla las ideas de robo o de apropiación indebida.
En las deformaciones sociales capitalistas sería muy fácil erradicar las condiciones de pobreza, pero es muy compleja la eliminación de la pobreza. A día de hoy la pobreza tiene que ver muchísimo con valores éticos como la austeridad, la firmeza o la generosidad que no se deberían de exterminar nunca de la faz de la Tierra.
Como ha mostrado con tanta agudeza Santiago Alba Rico en su espléndido libro Capitalismo y nihilismo el hambre no tiene tanto que ver con la pobreza o con una cultura de la escasez y la austeridad, como con la lógica voraz y predatoria de la acumulación primitiva -radicalmente salvaje y caníbal- de capital.
Si las Universidades -por poner un ejemplo- trabajasen con lógicas éticas menos competitivas y exterministas se podrían resolver en un santiamén muchos de los problemas primarios de la escasez de alimentos, de la falta de viviendas, de la pobreza de conocimientos científicos, etc. Pero a nuestras Facultades científicas les interesa más perseguir la maléfica lógica del beneficio de posesión individualista y participar en Exposiciones efímeras competitivas donde se anulan experiencias fabulosas que nos podrían servir a todos para crear una convivencia humana menos injusta y menos miserable. Un ejemplo muy sencillo de esto es el proyecto Solar Decathlon que se realiza en octubre de 2007 en el Nacional Mall de Washington D.C. Si ese evento no se hiciera desde los parámetros clasistas -y, por tanto, genocidas- de la administración imperialista del capital yanqui podríamos estar hablando de excelentes alternativas energéticas para una construcción pública de viviendas ecológicas racionalmente sostenibles.
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