sábado, 20 de octubre de 2007

Brujas, putas y malditas

Acaba de publicarse una pequeña obra: en tamaño, en número de páginas. Pero muy grande en calidad y en la temática. Trata de la discriminación histórica de las mujeres. Nos gusta más el plural que el singular. Pues la Mujer no existe. Como tampoco existe la realidad que se denomina con la palabra Hombre. Existen en su pluralidad. Y las mujeres se han llevado la peor parte de nuestra inhumana historia.
Vicente Romano nos ha entregado en este año varias obras importantes. Parece que le sienta bien tomar distancia de a mediocre realidad universitaria española. En ella, tras pasar por muchos laberintos o calvarios burocráticos, llegó a ocupar una cátedra en la Universidad de Sevilla. En su libro Estampas da algunas pinceladas.
La obrita que queremos recomendar para que se haga una atenta lectura se llama Sociogénesis de las brujas y ha sido impresa por las prensas de la cristiana editorial Popular. Pese al cariño con el que está hecha se le nota su impronta académica en el mejor sentido de la palabra. Pues se le nota su constante diálogo con su maestro alemán Harry Prost. El arranque del libro se hace a partir de una anécdota bastante curiosa. Su maestro allá por 1957 se compró una casa de campo en las montañas de los Alpes. Los antiguos propietarios de la vivienda campesina no sólo querían vender la casa, sino que también le dejaban a sus viejas de familia como regalo para los nuevos propietarios. Esas viejas van a ser las que le abran los ojos al maestro de Vicente Romano sobre el trato inhumano que a las viejitas suelen dar muchas civilizadas familias burguesas centroeuropeas. Al parecer no todo es progreso civilizatorio en Suiza. No todo suele ser sociedad del bienestar en la Alemania posnazi. Esas viejas son tratadas como enseres inútiles, como trastos inservibles, como malditas brujas.
Vicente Romano rastreará con la ayuda de sabios como el entrañable Federico Engels o el inolvidable Bachofen el mal trato cotidiano que ha sufrido la mujer como bruja diabólica de los agrestes campos y de los frondosos bosques.
Una sintomática sociología de la comunicación simbólica le ayudará a desentrañar los misterios del mal carácter, de esa rabia contenida que las viejas campesinas suelen dar a conocer al mínimo roce con las pequeñas fierecillas de la infancia urbanita cuando deciden dar un paseo entre la maleza del bosque. No ha sido una historia fácil ni sencilla ni mucho menos lineal. Las hogueras de esas horrendas carnicerías religiosas han echado sus cuerpos al fuego dando un despreciable hedor a nuestra despreciada historia. Ha contaminado nuestro imaginario simbólico durante siglos. Desde púlpitos se nos ha querido envilecer y se nos ha impedido ver el mal trato que se le ha dispensado a las víctimas haciéndolas cómplices de invenciones satánicas. Los Estados Modernos del capitalismo centroeuropeo han nacido condenando a muerte a miles de personas inocentes que eran culpabilizadas con estrategias perversas que sólo estaban en las cabezas de los matarifes que ejercían de gobernantes, jueces, médicos o alguaciles.
Es un librito que se lee bien. Con la escritura delicada del conocimiento riguroso de la historia bien contada. Se le nota al autor el amor que le ha puesto a la hora de elaborar su impagable dedicación a temas tan necesarios para el debate público.

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