domingo, 7 de octubre de 2007

Pena capital: violencia originaria y desarrollo insostenible

Hace falta recordarlo cientos y hasta miles de millones de veces. Nuestra deformación social sólo nos provoca una inmensa pena capital.
No hay día en el que la violencia no sea la portada de cualquier diario. Algunos sujetos se las inventan como pueden para ocultar lo obvio. Pero por mucho que se escondan la violencia les amarga diariamente las entrañas.
El capital no es dinero como opinan muchos periodistas aznarfabetos que son incapaces de leer más de diez páginas seguidas de la obra de Marx que tanto denostan y arrinconan. El capital sólo refleja conceptualmente la muerte, la expropiación diaria de la vida en el planeta Tierra. Todo lo sólido lo convierte en papilla. Todo estalla a su paso. Todo explota. Nada permanece de la misma manera. Y no es un fluir poiético como el río de la metáfora heraclítea. No.
Si se quiere comprender lo que es en sí el capital hágase la equivalencia en la siguiente ecuación: pena de muerte es pena capital. Si pena es pena, entonces capital es muerte. Pero no una muerte natural. Sino una muerte provocada, planificada.
Desde hace años la señora Bruntland realizó un informe para uno de tantos inútiles organismos -semejantes a los misterios de los ministerios gubernamentales de los Estados Hundidos- de las Naziones Hundidas en el que haciéndose eco de las movilizaciones ecologistas de los años ochenta de la pasada centuria pronosticaba que la suciedad capitalista practicaba un desarrollo insostenible. Como maga que sacara un conejito -¿de Playboy?- de la chistera quiso ponerse a dar alternativas y se inventó la payasada del desarrollo sostenible. Han pasado los años y su estupidez tuvo el suficiente eco burrocrático. Ahora la palabreja ha inundado los despachos ministeriales de medio mundo, pero el subdesarrollo pornocapitalista es radicalmente insostenible. Aquellas alternativas solo han servido para hacer más lúdico el exterminio que se nos viene encima como designio global de la pena de muerte en serie que un sistema económico criminal nos impone desde su maléfica y hambrienta lógica.

No hay comentarios: