jueves, 25 de octubre de 2007
Lo que ni se ve ni se habla de las migraciones humanas
No parece que se quiera ver de frente el problema de las migraciones actuales. Si se quisiera analizar de una manera real -no ficticia: ni basadas en credos ideológicos sean religiosos o prepolíticos- se vería con calma lo que hizo caer a plomo al mundo de las burocracias socialistas del este europeo.
La turbulencia de aquel desplome está convulsionando el planeta. El "segundo" mundo daba, pese a quien pese, ciertas esperanzas de cambio interno para los países del "Tercero" ya fueran de África, de Asia o de América Latina. Que en los años posteriores a la segunda guerra mundial comenzaron a independizarse y descolonizarse. Las huidas de los europeos occidentales del año 89 hacia la Alemania Occidental estaban desarticulando las luchas sociales por mejoras en sus países. No querían Estados de Derecho. Deseaban su parte individual del pastel en la desigual distribución de los beneficios y los maleficios. No era la libertad lo que les movía. Era el puto y criminal egoísmo. Y los que vengan detrás y lleguen los últimos ¡que se jodan!
Las gentes ya no luchan por mejorar políticamente su país. Salen corriendo como liebres con creencias en paraísos socialdemócratas de Estados de bienestar que nunca existieron realmente. Meros espejismos. La sentencia de la Comisión Trilateral no dejó márgenes de duda: ¡haremos ingobernables las democracias populares! ¡masacraremos las rebeliones lógicas!
Podrían existir alternativas si no se hubiera simplificado, reducido, eliminado militarmente tanto la biodiversidad política. Hoy el mundo se ha hecho cada día más irrespirable, más invivible, más asfixiante. La contaminación del medio ambiente no es sólo atmosférica. Las gentes huyen del desastre de economías criminales que han seguido a rajatabla los dictados de Washinton, Paris, Londres y Tokio. Como muy bien ha sabido analizar Mike Davis malvivimos en el Planeta de las Ciudades Miserables.
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