miércoles, 3 de octubre de 2007

Abortos Adolescentes

Para una hipocrítica de la monarquía parlamentaria y su axiología moralizante

No me resisto. No puedo dejar pasar la oportunidad de darlo a la luz pública. Es increíble. Pero ¿en qué mundo vivimos? ¡¡¡Virgen santa del Amor odioso!!!
Ya hasta una editorial del retrógrado El País se tiene que hacer eco. Y los putos políticos sin enterarse. Viven en las nubes gracias al robo de nuestros sufribles impuestos.
El domingo 30 de septiembre el periódico dependiente del grupo maffioso Prisa le tuvo que dedicar una editorial de las suyas. Para intentar llamar la atención. El título es claro "Abortos adolescentes". Y no se trata de insultar en plan Fraga a los jóvenes hispánicos. No. Es otra cosa.
Se trata de intentar abrir los ojos a una suciedad pornocapitalista que ha vendido todos sus valores en la Bolsa. No es que no tenga o que carezca de ellos. O de que los valores antiguos fueran mejores. ¡¡¡Qué gracia me hace la tía Maria Luisa!! Siempre que se habla de crisis de valores morales las mismas voces fascistas impregnan los auditorios. Como si los valores antiguos fueran buenos, benévolos, justos o bellos per se. o sea: por sí mismos.
La cifra es más que escalofriante y da mucho que pensar: de las 91 mil seiscientas mujeres que abortaron en España en 2005, algo así como 5 mil quinientas cuatro tenían menos de 18 años. Ambas cantidades son escandalosas. Pero en escuelas, en parlamentos o en Fiscalías se debería de tomar nota de ello. Pues en estos lugares se mantiene açun una moral perversa que culpabiliza a aquellos que sacan a la luz los verdaderos y auténticos problemas sociales de nuestro mundo. Hay profesores en la provincia de Granada que han sido anulados en su función pública docente por enfrentarse a la miserable realidad de la sexualidad adolescente tan llena de tabúes pese a que la moda les imponga tatuar sus cuerpos o colocarse aretes de repugnante procedencia hasta en las partes más íntimas de su anatomía.
Parece que hasta hablar de ello en las escuelas es sinónimo de conducta delictiva cuando las niñas ya acceden a las clínicas para la interrupción de sus embarazos con total banalidad moral.

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