viernes, 12 de octubre de 2007

¿Es gris el color de la puta carne cuando se desprecia en el jodido mercado pornocapitalista?



En el Centro José Guerrero de Granada se acaba de inaugurar una exposición de fotografías. Es recomendable su visita. Y aún más: es aconsejable reflexionar sobre lo que se nos expone.
La exposición lleva como reclamo un falso título: "Los colores de la carne". En el libro catálogo se nos aclara la cuestión. Pero, quizás, no todo el que visite la sala se gaste 20 € en el librito de marras. Sí que es aconsejable que se vaya con tiempo y que cualquiera que lo desee se disponga a leer los textos que acompañan al libro con calma en algunas de las mesas que en la segunda planta se dedican para tal empleo de nuestro tiempo. Esos textos no son un prodigio literario. Es más: a algunos de sus autores se le nota que escriben los catálogos con plantilla. Les da lo mismo hablar de un tema que de otro. Siempre utilizan los mismos tópicos. Los hacen por encargo. Son simples comisarios de exposiciones. Y tratan a las palabras de la escritura con cierta mala idea como los policías políticos -disculpen la redundancia etimológica- se despachan con las víctimas... como si encima las torturasen por su propio bien.
Las fotos de la exposición son sólo en blanco y negro. Por lo tanto, parece que el color de la carne se queda en el simple abanico que pueda abarcar una gama de grises. Sólo a través de ese color las fotos nos hablan de la prostitución, sólo en un espectro moral muy concreto. Nos dan de bruces con el código triste de la melancolía: el gris. La penalizan en dos sentidos al menos: en el del código penal y en el que crea el desideratum de la lástima.
En la primera planta entramos a enfrentarnos con fotos de unas cuantas camas deshechas -se supone después de que clientes y prostitutas hayan retozado en ellas para verter sus sudores y demás líquidos en el arte comercial de la fruición pornográfica. El texto que acompaña nos dice que la fotógrafa tomó las instantáneas en un club de alterne de Benidorm en la provincia de Alicante. Ya sabéis, aunque no se diga mucho y se mire para otro lado cuando la evidencia obliga: Spain is diferent. In Spain all, all is sex; except sun, drink and beach. ¿Recordáis?: Ese era el reclamo publicitario de una agencia de viajes británica especializada en organizar vuelos charter a España para jóvenes de edades comprendidas entre los 16 y los 30 años. España es diferente. En España todo, todo es sexo; salvo el sol, la bebida y la playa...
En las otras plantas del edificio que posee el Centro José Guerrero junto a la catedral de Granada con las fotos se nos invita a que viajemos a otros lugares del planeta donde han sido tomadas. Visitamos así el que Humpty Dumpty podría calificar como el País de las Maravillas pornográficas, los Estados Hundidos de Abélica. Se puede ver la disonancia tan fuerte que existe entre la publicidad engañosa del comercio sexual y la triste realidad de la vida prostibularia. Y eso merece la pena verlo. Pues desde el cinematógrafo publicitario pareciera que todas las prostitutas viven con el presupuesto anual de Julia Roberts o Angelina Joulie.
Algunas fotógrafas de la muestra padecieron en sus carnes el síndrome de Casandra. Erika Langley quiso fotografiar tanto a los clientes como a las chicas de un club nocturno de Seattle pero la madonna le aconsejó que si quería hacer tal cosa se metiera durante un tiempo en el cuerpo y alma de aquellas chicas. Lo hizo. Su mirada se conmovió y su lente percibió el cambio.
No es la única que se atrevió a meterse a fondo en su papel de meretriz. La periodista alemana Elisabeth B. fue un poco más lejos. Mientras se desnudaba y masturbaba en cabinas de cristal ella fotografiaba las ridículas masturbaciones de sus adinerados y mediocres clientes. Cuando se supo lo que hacía como denuncia y crítica de su machista sociedad se generó un grandioso escándalo. Su experiencia se publicó en un libro en alemán.
El Centro José Guerrero admite un programa de difusión gratuito y orientado a los diferentes niveles educativos. En los trípticos no se dice nada acerca de la edad mínima de sus espectadores. Podría ser aconsejable que los verdaderos y auténticos Viajes de Estudios de los centros de las enseñanzas a medias realizaran visitas a esta exposición. Sería muy recomendable que, tras su visita, en los colegios se organizaran actividades de crítica y reflexión sobre la perversa Ilustración pornocapitalista. La exposición permanecerá abierta -si no median las maleducadas fuerzas del oscurantismo y la censura de los sectores más reaccionarios de la paleopolítica granadina- hasta el 6 de enero de 2008.
Sed cautos y aprovechad las oportunidades que se os ofrecen para conocer el color grisáceo del negocio pornográfico del comercio sexual. Y acogeos al consejo de Horacio -repetido de manera oportuna pero casi inaudible por Kant-: Sapere aude! Y atrevéos a saber pensando lo que hacéis...

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