sábado, 20 de octubre de 2007

La invasión de las Cañadas Reales

Tiene su quéséyo. Tiene algo de increíble. No se puede dar credibilidad a lo que se ve. Los periodistas televisivos se quedan mudos por un instante. Les pagan por metrallear nuestros oidos hasta colapsar nuestra sensibilidad. Nos quieren adormecidos.
La realidad les asalta. Pero a nosotros, por desgracia, ya nos coge muy anestesiados. No damos crédito a lo que las cámaras nos entregan. No se hace ni siquiera nada fácil comentarlo. Llevan tanto tempo mintiéndonos que no podemos creer que a pocos metros de nuestro miserable sillón podamos comprobar la criminal paleopolítica de la gobernante derecha madrileña.
A pocos quilómetros del corazón de Madrid un juez dicta el desalojamiento policial de un vencindario. La cosa pública, al principio, puede parecer clara. Nada más lejano de la realidad.
Parecen ser que unos ocupas han invadido los terrenos de una cañada real. ¿Son, acaso, los únicos? Si se cogiera un antiguo mapa de las Cañadas Reales se vería quiénes las han ido ocupando y destruyendo en los últimos siglos con premeditación, diurnidad y alevosía.
Las imágenes televisivas nos hacen creer que los desalojados no pueden ni verse ni acogerse bajo el falso techo de la nacionalidad española. Algunos periodistas se lían y nos confunden. Les llaman a las pobres gentes de todo menos lo que son; les descalifican como si ser gitanos, rumanos o marroquíes fueran insultos. Les tratan como escoria.
Levantan el fantasma hasta de la manipulación de imágenes con gritos como los de Gaza y Cisjordania: ¿os acordáis? Como cuando la alegoría imperialista del 11S en las Torres Mellizas de la Viejísima York de los Bastardos Hundidos de Abélica del Norte. Los muy cretinos hicieron un buen montaje. Para que la desinformada opinión pública no dejara de cacarear acerca del júbilo con el que las pobres gentes de Palestina recibían la torpe hazaña de Al Qaeda como multinazional del crimen. Como hermana gemela que es de la misma CÍA yanqui.
No. No, Señores peperos del Ayuntamiento de Madrid y de su jodida Comunidad no os ha salido bien la jugada. Y esperamos que las gentes de buen corazón de todo el mundo hayan visto de veras vuestra brutal concepción de la política. En Madrid como en Irak siempre actuáis con la misma mala fe. Esa fe católica -nada cristiana- del Imperio hacia vuestro puto y jodido dios.

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