lunes, 22 de octubre de 2007
¿"Minorías eróticas" y subversiones sociales? Sobre los sabios placeres que nos enseña Valerie Tasso
A Isa, con la Pasión erótica que nos da el coñocimiento mutuo
Es un auténtico placer comprobar en la realidad lo que nos regala con su escritura la francesa Valérie Tasso. Ese no es su verdadero nombre. Es un pseudónimo de lucha que usa en los movimientos de liberación erótica que lleva a diario a través de su inteligente y audaz escritura.
Llevó una vida normal hasta hace más o menos una década. En su primera etapa de vida vivió en Francia donde terminó sus estudios de lenguas modernas y Ciencias económicas. Pero un buen día su trabajo en el mundo de las altas finanzas le comenzó a provocar distancias inaplazables que le asfixiaban. Para sí misma decidió cambiar de rumbo. Hizo suya la máxima de Píndaro: “conócete a ti mism@”. Y para ese proceso de autoconocimiento eligió profundizar en el universo maravilloso de la sexualidad y se dedicó a la prostitución de lujo. La ejerció en una casa de alterne de la Barcelona de finales de la pasada centuria. De algunas de sus citas amorosas nos dio cuenta en su primera gran obra que tituló como Diario de una ninfómana. Desde el propio título hay una reivindicación del placer sexual. Y aquí se habla de vindicación doble. Pues lo hace en el plano de la realidad realmente vivida y ejercida, así como también en el otro plano con el que construye su biografía literaria: el ensayo de su escritura personal.
Valérie Tasso supo elegir el título de su obra. No hay una exposición detallada ni aburrida de las ninfas en la Grecia antigua. Pero sabe de sobra qué papel jugaban dichos seres eróticos en las fiestas paganas de la clasicista sociedad helénica. Y se tilda de ser una de ellas. Si ha de meterse en la piel de una prostituta lo quiere hacer por el lado de su propio disfrute personal. Como no es ninguna ingenua conoce que a la prostitución no todas las personas que se mueven dentro de ese mundo lo hacen por placer. Pero sí que vindica que una parte inaudible sí que se ofrece a los intercambios sexuales por el bien que generan sus actos en otras personas y en ellas mismas. Y esa parte es inaudible frente al inmenso ruido que provocan en nuestra patética sociedad las almas cándidas y filantrópicas que atacan sin cesar el mundo de la prostitución desde su más que cerril puritanismo moral.
Hace un año publicó su excelente y valiente libro El otro lado del sexo. Recientemente reeditado en las colecciones de Debols!llo. Realmente es un grandioso viaje de estudios en muy diversos sentidos de la expresión. El librito está dividido en siete magníficos capítulos. Y en todos ellos la autora se ha visto en la necesidad de viajar para informarse y tener noticias de lo que va a escribir de fuentes de primera mano. En algunos casos maneja muy bien la ingenuidad para hacerse de testimonios muy valiosos. Como por ejemplo cuando viaja a Madrid para conocer a un voyeur que le encanta ver como otros realizan sexo delante de sus aparatos y pertrechos para el espionaje. En ese capítulo es donde la autora hace mención explícita a las investigaciones de un psiquiatra sueco, Lars Ullerstam, que en los años sesenta de la pasada centuria ideó el concepto de minorías eróticas para vindicar otras prácticas de la sexualidad como forma de normalizarlas o socializarlas. Se conoce de esa manera que este libro de Valérie ha podido ser ideado en las clases de su Master de Sexología.
Hasta hace bien poco tiempo la homosexualidad masculina, el lesbianismo o la bisexualidad eran vistos y analizados por las pseudociencias médicas como anomalías o enfermedades. Lars Ullerstam explicaba en sus obras que las minorías eróticas pueden enriquecer la propia sexualidad y añadía que una sociedad que las discrimine, las margine y las diabolice sólo genera enormes dosis de sufrimiento, malestar y angustias en aquellos individuos que conciben lo sexual de una manera diferente y alternativa. Gracias a los movimientos políticos de liberación sexual se consigue transformar ese sentimiento de impotencia, soledad y marginación. Por eso es tan necesaria la lucha por una sociedad diferente y que ayude a consolidar la pluralidad de los valores morales alternativos.
Hay capítulos de la obra que pueden ser muy provocativos para cierto tipo de lectores. Hay una defensa sin paliativos de la sexualidad vivida con libertad y autonomía moral de juicio. Su incursión en el mundo del sadomasoquismo la lleva a participar en sesiones privadas en uno de los castillos de la actual República Chequia que forma ya parte del imaginario turístico más inaudito de nuestro actual presente.
Mi capítulo favorito es el último. El que está dedicado a las “enfermeras sexuales”. De él se hablará bastante. Y tendrá un porvenir incierto todavía. Pero creo que más tarde o más temprano muchas teraputas pasarán por calificar a Valérie Tasso como pionera de su profesionalidad y, de la misma manera que en el castillo checo le rindieron un feliz homenaje, el día de mañana las trabajadoras y los trabajadores de las terapias sexuales sabrán hacer lo propio. Pero creo que se debería de ampliar la idea a otras áreas sociales de ayuda mutua. Creo que en las Facultades de Medicina, de Psicología, de Trabajo Social sus Ideas podrían ser abordadas con la paciencia dialéctica que de hecho necesitan para ser sabiamente pulidas desde una epistemología académica que se preocupe de la sexualidad como una dimensión de las más urgentes para llevar a cabo una auténtica liberación humana.
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