lunes, 31 de marzo de 2008

En la Puta Patraña se sigue fiel al fascismo diario de los Bribones


La matanza de las focas

por Manuel f. Trillo


Como todos años por estas fechas ocurre una matanza de focas en el Polo Norte. Las matan a palos; la sangre mancha la nieve y blanca como es, una estela roja de sangre es el testimonio del crimen. He visto a un hombre dando golpes a una foca con un palo y, luego, arrastrarla viva aún por el suelo. La despelleja viva, porque dicen que así la piel es de mejor calidad. El sufrimiento de estos animales es semejante al de los despellejados en los países pobres, es terrible. Todos sufrimos con esta matanza de focas, y así vemos a quienes gastan zapatos de piel de foca llorar por tan horrible crimen. Cierto es que son animales mamíferos, como nosotros. De sangre caliente, como nosotros. Y que las focas siempre están jugando, por eso es tan fácil cazarlas a golpes, porque creen que los hombres vienen a jugar con ellas. El juego se acaba con el primer golpe de martillo, y buscan desesperadas un agujero por el que escaparse, y se habrán escapado una y diez, pero los canadienses esperan cazar de este modo 275.000 focas.


En las cárceles de España hay personas encarceladas sin que hayan cometido crimen alguno. ¿Nombres?, ¿queréis nombres?, mirad atentamente la lista de los presos vascos y veréis que muchos son inocentes de todo crimen, salvo el que se inventan Ministros de Justicia o los propios Tribunales. Es como la matanza de las focas en el Polo Norte, hay que cazarlos porque son focas, porque son vascos. Todavía clama al cielo la petición de que se restaure la justicia, y el cielo dirá en su momento que Justicia ha declinado su acción y que deja el paso a Venganza. Nadie se queje nunca de que haya matadores de focas muertos en el camino.


Clama al cielo la inoperancia de los jueces y tribunales de España. Es muy oportunista hablar de la niña asesinada en Huelva por un pederasta que estaba condenado y a quien no habían encarcelado porque se le había olvidado a alguien meter en prisión a un criminal de tal naturaleza. No he visto en la prensa y en la tele compararlo con los vascos, con la finura a la hora de seguir a toda la cúpula de Batasuna reunión tras reunión hasta que los pillan reunidos para meterlos en prisión a todos, pero se olvidan de encarcelar a un condenado por pederastia. A mí se me ocurre pensar que no hay vasco independentista que no esté vigilado 24 horas sobre 24 horas por la policía secreta (los emboscados). Se gasta el Estado una millonada en perseguir a los vascos y se olvidan de encarcelar a los pederastas. La matanza de focas continúa.



He leído últimamente un libro de Gómez Fouz[1] (hijo de un policía en el franquismo) sobre los clandestinos en Asturias durante la época en que Ramos (el comisario de la Brigada Político-Social) era el mandamás y el “padrino” de los torturadores en aquel tiempo. Nombres de personas –hombres y mujeres- de las cuencas mineras de Langreo y del Caudal que fueron torturados y masacrados, algunos perdieron la vida, golpeados y humillados, por defender una organización de la sociedad en que todos pudieran hablar y expresarse libremente. En que los principios y derechos reconocidos por la ONU –por la ONU, no por el comunismo libertario- pudieran ser ejercidos sin coacción ni amenaza alguna, ni de ser torturado –en España aún se tortura- ni de ser condenado arbitrariamente –la condena contra los vascos del proceso 18/98 ahí como horror y mierda del sistema “democrático” actual- o de ser encarcelado por la simple sospecha de que has quemado un contenedor de basura –kale borroka- o de ser observado e investigado por la policía política –“servicio de información”- por escribir un artículo que no es correcto según sus estrechas y podridas entendederas.


La lástima es que los comunistas que aparecen en el libro mencionado ya no existen. Los comunistas ahora son como Felipe Alcaraz, unos comeollas. Por eso tengo ese dolor, no por mí, sino por quienes dieron su sangre y su vida, y no se amilanaron ante el fascismo como Anita Sirgo y Tina la de la Juécara. Les queda mucho que andar a estos comunistas de pacotilla que viven dentro de Izquierda Unida, y que quieren vivir dentro de IU, sustituyendo en los cargos a los ecosocialistasgaysverdiblancos, el caso se resume de este modo: “todo por el cargo”. Les importa poco la sociedad. Así sigue la matanza de las focas.


Los cómplices de Zapatero son aún peor que los que votaron a Zapatero de modo directo, pues a la postre con éstos se puede debatir abiertamente ya que sus posiciones no son propias de los mentirosos, sino de los interesados, incluso diría más, de los confundidos. Pero los cómplices son ésos que no votan a Zapatero y se vanaglorian de ello, y echan pestes contra el “sistema”, y se dan golpes de pecho diciendo aquello de que ellos son los limpios de corazón, son esos que votan refrenda de necios, que por hache o por be siempre legitiman al sistema con su participación. Ésos son los cómplices más peligrosos que tiene el sistema contra los que sí ponemos en jaque el sistema en su totalidad, y no tememos a que nos quiten la vida en una esquina o en una comisaría. Esos cómplices votan opciones aparentemente muy “revolucionarias” y son contados como necios votantes que legitiman el sistema que quieren denigrar. Estúpidas rosas que no miran más que al sol que más calienta. Y las focas siguen muriendo asesinadas.


Referencia:
[1] José R. Gómez Fouz Clandestinos (editorial Pentalfa, Grupo Helicón, fundación Gustavo Bueno, Oviedo, 1999).

Para una crítica de la Puta insensatez: ETA & CÍA, la misma porquería


Respuesta de un izquierdista a otro

Santiago Alba Rico
Rebelión
31 de marzo de 2008


Estimado Jesús:
No nos conocemos personalmente, pero sí nos hemos intercambiado en los últimos meses algunos correos informáticos que guardo con orgullo en mis archivos. El 9 de junio del 2007 me escribías estas líneas muy estimulantes:


“Respecto a tu artículo (Primer mandamiento democrático: no votarás: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50700), quiero expresarte mi agradecimiento a título personal. Ya sé que lo que escribes respecto a nuestra pequeña y convulsa historia, es una exigencia, sobre todo, contigo mismo y con tus convicciones. Pero el que nos tengas entre las realidades que escudriñas y abordas, lo entiendo también como una expresión de tu conciencia solidaria y popular. Leo con interés lo que escribes respecto a nosotros. Hay cosas que compartimos y otra, no tanto. Pero el hecho de que alguien aporte una reflexión (siempre profunda en el fondo y brillante en la forma) es un regalo tan bien venido como necesario. Estos procesos tan enmarañados, se enriquecen inevitablemente con el contraste certero. Animo, Santi, y muchas gracias por esa voz tan contundente desde el mundo en el que te mueves”.

El pasado 12 de octubre tenías de nuevo la generosidad de felicitarme por otro texto mío (España unida o democracia: http://noticia.php/?id=57412) con las siguientes palabras:

“He leído y releído tu último trabajo, denso e interesante como todos los tuyos. Para nosotros (al menos para mí) supone un aporte muy valioso que alguien, desde una perspectiva de izquierda española haga reflexiones de este tipo. Rompe con los estereotipos a los que estamos acostumbrados y da una visión realmente de izquierda, por lo que subyace de compromiso, de reflexión crítica y de búsqueda de puntos de encuentro”.

Ahora, cuatro meses más tarde, sin que haya cambiado mi posición ni sobre el País Vasco ni sobre el Estado español, después de publicar algunos artículos más en la línea de los que tanto elogiabas (todos los cuales pueden leerse en Gara y Rebelión), me convierto de pronto a tus ojos en una sustancia química contaminada y contaminante, como los “apestados” abertzales cuya presencia en las listas electorales las pone teológicamente fuera de la ley. Mikel Arizaleta me llamaba respetuosamente “imbécil”; tú haces algo mucho peor: me llamas… “español”. No tengo remedio: finjo, finto, simulo izquierdismo, pero en realidad mis reflexiones están lastradas de prejuicios españolistas, toman partido por el Estado, revelan un “patriotismo” muy semejante al de Franco frente a Abd-el-Krim o el de las OAS frente al FLN argelino. Ya no soy ni “contundente” ni “solidario” ni “comprometido”: en el mejor de los casos, formo parte de una hispánica izquierducha pusilánime y arrogante que no ha sabido “hacer sus deberes” (ver "De un vasco de izquierdas a dos españoles de izquierdas" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=65185).

¿Por qué esta repentina transubstanciación? Porque ETA ha matado a un trabajador y yo he protestado.

Debo confesar que tu artículo me ha dolido, pero sobre todo me ha deprimido. Como siempre he creído que la izquierda abertzale tiene muchas lecciones que dar (de organización, disciplina, militancia y resistencia), abordé tu texto con la confianza de ser aleccionado. Como creo que tengo mucho que aprender, lo abordé con la humildad del aprendiz que espera ver ampliado su conocimiento. Nada: ni un análisis ni una explicación ni una instrucción. A los intelectuales aliados, amigo Jesús, se les convence, no se los da por perdidos. El peligro de tener razón es que se acaba creyendo que no hace falta razonar; el peligro de defender una causa justa es que se acaba creyendo que no hay nada que justificar. Pero ocurre que, en política, está todo siempre por pensar y todo por justificar y no tomarse el trabajo de hacerlo nos precipita sin darnos cuenta en un esquematismo excluyente de orden ontológico y religioso. Soy “español”, ¿por qué? Porque me he pronunciado algunas veces contra ETA. No hay, por tanto, distintas maneras de estar contra ETA ni de apostar por la autodeterminación y eventualmente la independencia del País Vasco; lo que hace la islamofobia con el conjunto de los musulmanes, lo que hace la doctrina Garzón con el conjunto de los activistas vascos, es lo que haces tú con los que no encajamos en silencio –con buena o mala cara– el asesinato de Isaías Carrasco: somos todos “españoles” por igual. No hay ninguna diferencia entre Sabino Ormazábal y Rajoy o entre Mariano Ferrer y Jiménez Losantos o entre Carlos Fernández Liria y la Guardia Civil: todos los que consideran a ETA un obstáculo se sumen en la homogeneidad sin matices de una españolidad compacta y adversaria, como todos los que se oponen a la política represiva del Estado español en el País Vasco (o a la del imperio estadounidense en el mundo) son tratados uniformemente como “terroristas”. Al mismo tiempo y del otro lado, bajo la presión de este binarismo excluyente, ETA se ontologiza también; ya no es un instrumento –fungible como todos– en el marco de una lucha cambiante que exige una constante renovación estratégica sino una instancia teológica de legitimidad cuya existencia no puede negarse sin incurrir en un pecado de apostasía. No se trata ya de obtener la independencia de Euskal Herria sino de que ETA exista, y esto hasta el punto de que todos los que no dediquen su vida a conservar y robustecer la existencia de ETA –incluso los que buscan la independencia fuera de su regazo– son asimilables a Franco o a las OAS o, en cualquier caso, no merecen más que desprecio como “españoles” definitivos y sin remedio (españoles “sustantivos” que el adjetivo “izquierdista” podrá colorear pero no corregir). Si se trata sencillamente de que ETA siga existiendo, creo que acabar con ella será tan difícil como acabar con el Estado español; pero si se trata de llegar por ese camino a alguna parte –si se trata de vencer a 42.800.000 “españoles”, mayoría también entre los vascos– la batalla está de entrada perdida. Aún más: por ese camino, me parece que no vale la pena ganarla. Si estoy a favor de la negociación (entre dos fuerzas que, aparte otras cosas, tienen en común un exceso de existencia) es porque las negociaciones no se establecen nunca entre dos vencedores sino entre dos vencidos; y sería bueno para todos (y para la democracia en España y en Euskal Herria) que tanto el Estado español como ETA comenzasen en serio a asumir y pensar su derrota.

No contento con llamarme “español”, amigo Jesús, me llamas además “pacifista”. Lo haces de tal manera –e investido a mis ojos de tal autoridad– que me siento inmediatamente avergonzado; por un reflejo extraño, tan espontáneo como ése que ambos dos denunciamos en el moralismo claudicante de una parte de la izquierda, me entran ganas de mentir y decir que me fascinan las pistolas, que estoy a favor de los puñales, que la violencia es el afrodisíaco de la historia y que, si no fuese porque me falta el coraje, habría ya degollado alegremente a algunos miles de hombres que sin duda se lo merecen o cuya desaparición puede ser funcional a mis intereses. Pero mentiría. Basta mirar a un vegetariano mordiendo una manzana para comprender que la violencia es inseparable de la reproducción de la vida. Basta ver los efectos de los bombardeos estadounidenses sobre Iraq o Afganistán para comprender que la violencia es útil y eficaz. Pero que la violencia sea irremediable para el hombre y útil para los EEUU indica precisamente que no es buena. Con lo irremediable no se puede hacer política; con lo “útil” sólo puede hacerse una mala política. Por lo tanto, si se toma la decisión de recurrir a las armas, nunca se tratará de reivindicar la violencia sino de justificarla; y toda violencia no justificada se vuelve o reproductora de la naturaleza o reproductora del poder contra el que dice rebelarse. A esta trabajosa labor de vigilancia –entre el “pacifismo” abstracto y el culto a la violencia– se llama “ética revolucionaria”: es decir, el esfuerzo político-moral –mitad casuístico mitad táctico– para no caer ni en la naturaleza humana general ni en la injusticia particular que se dice combatir. Saber cuándo hay que tomar las armas, saber cuándo hay que dejarlas, son prácticas inseparables de la necesidad de que el propio ejercicio de la violencia desmienta –y no sólo resista– la violencia del enemigo y prefigure ya de manera convincente el mundo alternativo por el que se está luchando.


Para saber lo que es la “ética revolucionaria” basta con leer algunas de esas convenciones internacionales y declaraciones de DDHH que la izquierda abertzale tantas veces invoca para denunciar con todo fundamento al Estado español (o al imperialismo estadounidense). O basta leer esta larga cita de un discurso de Felipe Pérez Roque, ministro cubano de Exteriores: “La ética tiene raíces en el pensamiento de Martí, pero es la práctica de Fidel a lo largo de 50 años lo que convierte la ética en una cualidad imprescindible de la Revolución Cubana. Con la práctica de Fidel y la concepción de la ética como componente esencial de la actuación política y revolucionaria, no se asume la idea de que el fin justifica los medios. Para Fidel, el fin no justifica los medios. No se puede lograr el objetivo o la victoria a cualquier precio. Es por eso que no se ha torturado nunca en Cuba a un prisionero, aun cuando su conocimiento valioso, la información que podía dar, hubiera podido evitar otros crímenes, hubiera podido evitar un nuevo ataque terrorista. Nadie recuerda nunca la idea de que se permitiera, se estimulara, se tolerara la idea de la tortura o del asesinato como método de lucha, y por eso la Revolución Cubana hizo el centro de su actuación la derrota del ejército enemigo y de sus tropas invasoras, y no acudió a otras tácticas de lucha, ni “al ojo por ojo y diente por diente”. La ética hizo a los revolucionarios cubanos, pese a la propaganda adversa y tendenciosa, hacerse querer, y respetaron siempre la idea de que no se les podía confiscar a los campesinos lo que tuvieran, y el pequeño ejército guerrillero, hambriento y descalzo, pagaba a los campesinos la gallina o el poco de arroz y frijoles que pedían para su sustento. La idea de que se pierde la autoridad moral si falta la ética en la actuación, es un aporte indiscutible de Fidel a la Revolución”.


O basta leer, mucho más cerca, esta reflexión de Iker, el nombre ficticio bajo el que aparece uno de los miembros de ETA responsables del atentado contra Carrero Blanco en Operación Ogro: “Todo eso y más se podía hacer (volar o ametrallar indiscriminadamente la Iglesia) pero nuestra preocupación era la gente. Recuerdo que el problema ése nos traía de cabeza porque empiezas a pensar en la gente, en que no deben ocurrir desgracias a inocentes, que tiene que ser una cosa limpia, que le dé al enemigo, que le golpee a él pero a nadie más porque precisamente lo haces por el bien del pueblo y si entonces te cargas a un inocente(…). Yo recuerdo que en todas las acciones en las que he participado esa preocupación es una cosa común porque, ¿y si tienes la desgracia de que en el momento se te cruce alguien? Tú planificas bien, estás en todo pero ¿y si te pasa eso? Ya no es por el enemigo, que ése siempre nos presentará como asesinos, sino por los que todavía no están en la lucha o por los que no aceptan la violencia como respuesta”. O basta leer, en fin, el propio comunicado de ETA del 26 de diciembre de 1973, en el que se dice palabra por palabra lo siguiente: “Somos revolucionarios vascos, no terroristas asesinos; distinguimos entre nuestros amigos y nuestros enemigos. Entre éstos últimos sólo vemos a los grandes capitalistas españoles con todo su aparato de poder fascista. Y en nuestra lucha por la independencia y el socialismo para Euskadi, consideramos como aliados nuestros a los trabajadores y a todo el pueblo español”.

A los intelectuales aliados, amigo Jesús, se les convence, no se los da por perdidos o se los descalifica ontológicamente. A los trabajadores vascos y españoles se les convence, no se les mata, indefensos, al salir de su casa.


Ya sé que es fácil hablar cuando no se está en la brega y uno se juega poco o nada; pero es aún más fácil hacer callar al que no está en la brega porque uno sí lo está y se juega mucho o todo. ¿Cuánto hay que saber para rechazar moralmente el asesinato de Isaías Carrasco? Poco: que era un hombre y estaba desarmado. ¿Cuánto hay que saber para rechazar revolucionariamente el asesinato de Isaías Carrasco? Un poco más: que era un civil, un trabajador, que no representaba al Estado, que su muerte le es indiferente tanto al PSOE como al PP (a los que, por el contrario, fortalece, incluso en el País Vasco). ¿Cuánto hay que saber –cuánto– para reivindicar el asesinato de Isaías Carrasco? Siempre un poco más, siempre un poco más allá, dejando atrás el saber común de la moral y la ética revolucionaria, llegando al corazón mal iluminado del círculo reducido de “los que están en la brega”, de los “realistas” esclarecidos que toman las decisiones –como la OMC y el FMI– en sus alvéolos blindados. Nada que pueda contarse, nada que pueda explicarse, nada que pueda aprobarse; una especie de providencia inescrutable que hay sencillamente que aceptar.


“¿Por qué Dios hace sufrir a los niños?”, era la pregunta que inquietaba a Aliosha Karamazov. “Dios lo sabrá”, es la respuesta que da la Teodicea, de manera que a los creyentes –pero sólo a los creyentes– les basta con saber que Dios lo sabe para saberse parte de un proyecto más grande que ellos mismos y sentirse tranquilos y seguros. Desde ahí dentro no hace falta dar explicaciones; desde ahí dentro –en esa brega– uno puede ser condescendiente con los conversos, arrogante con los ignaros e implacable con los adversarios. Nosotros sabemos que Dios sabe lo que se hace; nosotros sabemos que ETA sabe lo que se trae entre manos; y sabemos –por muchos niños que sufran y muchos Isaías que mueran– que Dios lo hace por el bien de las madres y ETA por el bien de los vascos. Eso, amigo Jesús, es teología y no política, y permíteme que te lo diga uno que de política entiende mucho menos que tú.

Tienes razón, claro, al reputar incorrecta mi afirmación de que ETA ha matado a “un señor que pasaba por la calle”. Es verdad. Es mucho peor: ETA se lo pensó, seleccionó el blanco, decidió matar precisamente a ese señor que pasaba por la calle. Fue una indiscriminada discriminación. Eso es precisamente lo que representa una bofetada ignominiosa a toda “ética revolucionaria” (por no hablar de la moral). Los izquierdistas “españoles” no somos tan ingenuos como para no saber que, con arreglo a la lógica especular Estado/ETA, tras el fracaso inducido de las negociaciones, frente a la brutal y escandalosa ofensiva jurídico-policial, ETA –puesto que existe– tenía que afirmar su existencia antes de las elecciones. En virtud de este “exceso de existencia” y de sus inercias mecánicas –como las del propio Estado– no cabía esperar de la organización armada mucho criterio a la hora de pasar a la acción. Pero si ETA no es una máquina, si no es una fuerza de la naturaleza, si no es Dios, si no es un Estado dictatorial, si realmente pretende inscribirse entre “lo irremediable” y “lo injusto” –lo que yo llamo “política”– entonces podía haber escogido otros veinte objetivos diferentes –mensajes “vacíos”, por ejemplo, como los que había lanzado en los meses anteriores– que conciliasen el mínimo necesario de “realismo” con el máximo indispensable de “política”.


Como lo que reprocho a ETA es su “exceso de existencia”, nada de lo que hubiera hecho me hubiera parecido bien, pero no hubiese tenido más remedio que guardar silencio ante el mínimo-realismo que impone –como la úlcera de un zapato apretado– la propia mecánica interna del conflicto. La paradoja es que el todo-realismo del atentado contra Isaías Carrasco no sólo pone fuera de la realidad el proyecto de liberación vasca –reforzando el duro realismo estatal– sino que amenaza una vez más con reducir y desbaratar el impresionante tejido político y social de Euskal Herria que la propia ETA –empeñada hoy sólo en existir– ayudó en otro tiempo a construir.


Haces trampas, Jesús, cuando me llamas “español” y cuando me llamas “pacifista”, pero también cuando pretendes –para mejor asimilarme a Zapatero y Rajoy, por no hablar de Franco y las OAS– que niego el carácter político de la lucha de ETA. Lo que hago, al contrario, es demostrar que argumentos como los de Arizaleta y los tuyos dan la razón a los que se lo niegan. Y que, por mucho que el conflicto sea político y haya que resolverlo políticamente, ETA no deja de dar fundamento al discurso puramente criminalizador de la mayoría social del Estado español. Por lo demás, decir “política” –en este sentido ahora banal– es decir poca cosa.


Te llamo la atención sobre la confusión en que te mueves al tratar de definir –frente a mi texto y para equipararme a los colonialistas que llamaban “perro rabioso” a Abdl-Krim– el carácter político del atentado de ETA: “Quien quiera saber si el atentado tenía o no un componente político que analice la descomunal reacción política que suscitó en todo el Estado, incluidos los dos escritores. Y cómo se quiso instrumentalizar lo ocurrido para infligir un severo castigo político a ETA. La reacción hubiera sido muy distinta si el autor de los disparos hubiera sido un estudiante despechado”. Eso es sencillamente –perdona– una bobada. Si Monica Levinsky le hubiese hecho una felación a su novio en su casa de Manhattan no habría salido en ningún periódico, ni siquiera en las páginas de Sociedad, pero que Clinton fuera juzgado y estuviera a punto de perder la presidencia de los EEUU no indica que la famosa mamada tuviera carácter político y, mucho menos, revolucionario o emancipador. El componente político no puede definirse por sus consecuencias políticas. Nada ha tenido más consecuencias políticas que el 11-S y yo no diría que tenemos que alegrarnos de ello (menos aún los afganos e iraquíes) ni considerar bueno, liberador y revolucionario al que dio su vida y renunció a su libertad para matar a 2800 estadounidenses, introduciendo de esa manera efectos políticos inconmensurables en todo el mundo.


Lo mismo puede decirse del 11-M, que propició un vuelco electoral y la caída de un gobierno. Que el impulso y las consecuencias de las acciones de ETA revistan un carácter político quiere decir muy poca cosa y desde luego nada todavía en su favor o en su contra: también son políticas las intervenciones de la CIA, las del ejército del Mahdi, las de Pedro J. Ramírez y hasta las del asesino de Mariluz –pues el PP utiliza su muerte contra Zapatero. No se trata de definir la lucha de ETA como “política” y luego dejar que haga lo que le venga en gana; se trata de que ETA demuestre que es justo lo que defiende y justa la manera en que lo defiende; y, si no puede demostrar las dos cosas al mismo tiempo, no veo por qué ningún izquierdista, ni vasco ni español, debe guardar silencio ante sus acciones.

domingo, 30 de marzo de 2008

Los espejos de Galeano nos enseñan a desnudar la Puta realidad realmente real


El héroe


¿Cómo hubiera sido la guerra de Troya contada desde el punto de vista de un soldado anónimo? ¿Un griego de a pie, ignorado por los dioses y deseado no más que por los buitres que sobrevuelan las batallas? ¿Un campesino metido a guerrero, cantado por nadie, por nadie esculpido? ¿Un hombre cualquiera, obligado a matar y sin el menor interés de morir por los ojos de Helena?


¿Habría presentido ese soldado lo que Eurípides confirmó después? ¿Que Helena nunca estuvo en Troya, que sólo su sombra estuvo allí? ¿Que diez años de matanzas ocurrieron por una túnica vacía?


Y si ese soldado sobrevivió, ¿qué recordó?


Quién sabe.


Quizás el olor. El olor del dolor, y simplemente eso.


Tres mil años después de la caída de Troya, los corresponsales de guerra Robert Fisk y Fran Sevilla nos cuentan que las guerras huelen. Ellos han estado en varias, las han sufrido por dentro, y conocen ese olor de podredumbre, caliente, dulce, pegajoso, que se te mete por todos los poros y se te instala en el cuerpo. Es una náusea que jamás te abandonará.


Americanos


Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, acaso: ¿eran ciegos?


¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, acaso: ¿eran mudos?


Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Dios decía que América era la Tierra Prometida. Los que allí vivían, es que: ¿eran sordos?


Después, los nietos de aquellos peregrinos del norte se apoderaron del nombre y de todo lo demás. Ahora, americanos son ellos. Los que vivimos en las otras Américas, entonces: ¿qué somos?


Fundación de las desapariciones


Miles de muertos sin sepultura deambulan por la pampa argentina. Son los desaparecidos de la última dictadura militar.


La dictadura del general Videla aplicó en escala jamás vista la desaparición como arma de guerra. La aplicó, pero no la inventó. Un siglo antes, el general Roca había utilizado contra los indios esta obra maestra de la crueldad, que obliga a cada muerto a morir varias veces y que condena a sus queridos a volverse locos persiguiendo su sombra fugitiva.


En la Argentina, como en toda América, los indios fueron los primeros desaparecidos. Desaparecieron antes de aparecer. El general Roca llamó conquista del desierto a su invasión de las tierras indígenas. La Patagonia era un espacio vacío, un reino de la nada, habitado por nadie.


Y los indios siguieron desapareciendo después. Los que se sometieron y renunciaron a la tierra y a todo, fueron llamados indios reducidos: reducidos hasta desaparecer. Y los que no se sometieron y fueron vencidos a balazos y sablazos, desaparecieron convertidos en números, muertos sin nombre, en los partes militares. Y sus hijos desaparecieron también: repartidos como botín de guerra, llamados con otros nombres, vaciados de memoria, esclavitos de los asesinos de sus padres.


Padre ausente


Robert Carter fue enterrado en el jardín.


En su testamento, había pedido descansar bajo un árbol de sombra, durmiendo en paz y en oscuridad. Ninguna piedra, ninguna inscripción.


Este patricio de Virginia fue uno de los más ricos, quizás el que más, entre todos aquellos prósperos propietarios que se independizaron de Inglaterra.


Aunque algunos padres fundadores de Estados Unidos tenían mala opinión de la esclavitud, ninguno liberó a sus esclavos. Carter fue el único que desencadenó a sus cuatrocientos cincuenta negros para dejarlos vivir y trabajar según su propia voluntad y placer. Los liberó gradualmente, cuidando de que ninguno fuera arrojado al desamparo, setenta años antes de que Abraham Lincoln decretara la abolición.


Esta locura lo condenó a la soledad y al olvido.


Lo dejaron solo sus vecinos, sus amigos y sus parientes, todos convencidos de que los negros libres amenazaban la seguridad personal y nacional.


Después, la amnesia colectiva fue la recompensa de sus actos.


La Justicia ve


La historia oficial de Brasil sigue llamando inconfidencias, deslealtades, a los primeros alzamientos por la independencia nacional.


Antes de que el príncipe portugués se convirtiera en emperador brasileño, hubo varias tentativas patrióticas. Las más importantes fueron las de Minas Gerais y Bahía.


El único protagonista de la Inconfidencia mineira que fue ahorcado y descuartizado, Tiradentes, el sacamuelas, era un militar de baja graduación. Los demás conspiradores, señores de la alta sociedad minera hartos de pagar impuestos coloniales, fueron indultados.


Al fin de la Inconfidencia bahiana, el poder colonial indultó a todos, con cuatro excepciones: Manoel Lira, João do Nascimento, Luis Gonzaga y Lucas Dantas fueron ahorcados y descuartizados. Los cuatro eran negros, hijos o nietos de esclavos.


Hay quienes creen que la Justicia es ciega. Y bastante racista.


Olympia


Son femeninos los símbolos de la revolución francesa, mujeres de mármol o bronce, poderosas tetas desnudas, gorros frigios, banderas al viento.


Pero la revolución proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y cuando la militante revolucionaria Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, la guillotina le cortó la cabeza.


Al pie del cadalso, Olympia preguntó:
–Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos subir a las tribunas públicas?


No podían. No podían hablar, no podían votar.


Las compañeras de lucha de Olympia de Gouges fueron encerradas en el manicomio. Y poco después de su ejecución, fue el turno de Manon Roland. Manon era la esposa del ministro del Interior, pero ni eso la salvó. La condenaron por su antinatural tendencia a la actividad política. Ella había traicionado su naturaleza femenina, hecha para cuidar el hogar y parir hijos valientes, y había cometido la mortal insolencia de meter la nariz en los masculinos asuntos de estado.
Y la guillotina volvió a caer.


Los invisibles


En 1869, el canal de Suez hizo posible la navegación entre dos mares.


Sabemos que Ferdinand de Lesseps fue autor del proyecto, que el pachá Said y sus herederos vendieron el canal a los franceses y a los ingleses a cambio de poco o nada, que Giuseppe Verdi compuso la ópera Aída para que fuera cantada en la inauguración y que noventa años después, al cabo de una larga y dolida pelea, el presidente Gamal Abdel Nasser logró que el canal fuera egipcio.


¿Quién recuerda a los ciento veinte mil presidiarios y campesinos, condenados a trabajos forzados, que construyendo el canal cayeron asesinados por el hambre, la fatiga y el cólera?
En 1914, el canal de Panamá abrió un tajo entre dos océanos.


Sabemos que Ferdinand de Lesseps fue autor del proyecto, que la empresa constructora quebró, en uno de los más sonados escándalos de la historia de Francia, que el presidente de Estados Unidos, Teddy Roosevelt, se apoderó del canal y de Panamá y de todo lo que encontró en el camino, y que sesenta años después, al cabo de una larga y dolida pelea, el presidente Omar Torrijos logró que el canal fuera panameño.


¿Quién recuerda a los obreros antillanos, hindúes y chinos que cayeron construyéndolo? Por cada kilómetro murieron setecientos, asesinados por el hambre, la fatiga, la fiebre amarilla y la malaria.


Las invisibles


Mandaba la tradición que los ombligos de las recién nacidas fueran enterrados bajo la ceniza de la cocina, para que temprano aprendieran cuál es el lugar de la mujer, y que de allí no se sale.


Cuando estalló la revolución mexicana, muchas salieron, pero llevando la cocina a cuestas. Por las buenas o por las malas, por secuestro o por ganas, siguieron a los hombres de batalla en batalla.


Llevaban el bebé prendido a la teta y a la espalda las ollas y las cazuelas. Y las municiones: ellas se ocupaban de que no faltaran tortillas en las bocas ni balas en los fusiles. Y cuando el hombre caía, empuñaban el arma.


En los trenes, los hombres y los caballos ocupaban los vagones. Ellas viajaban en los techos, rogando a Dios que no lloviera.


Sin ellas, soldaderas, cucarachas, adelitas, vivanderas, galletas, juanas, pelonas, guachas, esa revolución no hubiera existido.


A ninguna se le pagó pensión.


(Capítulos del libro Espejos/ Una historia casi universal, de Eduardo Galeano, publicado por la Editorial Siglo XXI y que pronto estará en librerías)


Eduardo Galeano, escritor y periodista. Alma crítica de América y figura señera del movimiento "altermundialista". Entre sus escritos más conocidos internacionalmente: la trilogía Memoria del fuego (1986), El fútbol a sol y sombra (1995), Las venas abiertas de América latina (1971), Patas arriba. La historia del mundo al revés (1999).

Fue el arduo trabajo de la solidaridad de Cuba quien acabó con el Puto apartheid de la Sudáfrica racista



A 20 años de Cuito Cuanavale
Cuba, una perla en la historia de África

Hedelberto López Blanch
Rebelión 30 de marzo de 2008
El profesor Piero Gleijeses habla con JR sobre la gran epopeya de Cuba en África, su nuevo libro y sus futuras proyecciones

El profesor italiano, Piero Gleijeses, de la Universidad Johns Hopkins de Washington no se detuvo tras publicar su magistral libro Misiones en Conflicto, La Habana, Washington y África 1959-1976, sino que continuó investigando para hacer una obra mayor porque “No existe ningún país en la historia moderna que haya tenido por un tiempo tan largo, una política exterior tan altruista y valiente como la Cuba revolucionaria”.

Piero es un investigador contumaz que necesita documentos oficiales de todos los implicados en esa época para defender las “hazañas de esta pequeña isla porque en un mundo donde hay una hostilidad y tantas mentiras contra Cuba no se puede contar solo con entrevistas pues dirían que se narran falsedades”.

De su libro Misiones en Conflicto, dijo Fernando Remírez de Estenoz, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, “constituye una obra excepcional, donde se combina el rigor de un tratado histórico con la pasión de una novela de aventuras, protagonizada por cientos de miles de cubanos.

El libro estudia y compara la política hacia África de Cuba y Estados Unidos, y analiza los antecedentes, hechos y acciones de la victoria de los internacionalistas cubanos frente al entonces poderoso régimen del apartheid, apoyado material y políticamente por el gobierno norteamericano.”

El destacado investigador que participó recientemente en la Feria del Libro donde se presentó la tercera edición de su obra, asegura que “cualquier cosa que tenga que ver con política cubana la pre condición para hacerlo de manera seria es con documentos. Hay libros que tienen una posición favorable a la política de Cuba en África pero ninguno de ellos, en realidad, tiene fuerza porque no están basados en documentos oficiales.”

Su libro resultó un éxito en Estados Unidos donde se realizaron tres ediciones, a la que se añadió una en Sudáfrica y otras tres en Cuba. En 2003 obtuvo el premio al mejor libro del año de la Asociación de Historiadores de Política Exterior de Estados Unidos, lo cual fue un triunfo inédito pues esa institución no se caracteriza por ser progresista.

Según Remírez de Estenoz, Pierologró lo que quizás fuera lo más difícil: el acceso y apoyo de Cuba, no acostumbrada ni educada en divulgar su ayuda internacionalista a otros pueblos. La inclusión de todas las fuentes y ángulos, su justo y balanceado tratamiento, le dan a esta obra un carácter objetivo excepcional... Y su honestidad intelectual, independientemente de las inclinaciones políticas de su corazón, acrecientan su valor.”

Pero este modesto, sencillo, profundo y persistente investigador no se conformó con la primera obra sobre la epopeya de Cuba en África, sino que con el propósito de continuar esa historia hasta 1988, ha seguido en estos años buscando documentación en archivos y bibliotecas de varios países entre estos Cuba, Alemania, Rusia, Estados Unidos, Angola, Sudáfrica y Namibia, por citar algunos.

Su seriedad y dedicación profesional enfocada a esta amplia investigación lo motivó a aprender otros dos idiomas, además de los cinco que conoce (español, alemán, portugués, inglés y francés). De esa forma estudió en forma autodidacta y valiéndose de diccionarios, el ruso y el afrikáans para leer los documentos originales de los archivos soviéticos y para analizar toda la información disponible de los agresores sudafricanos, quienes hasta su derrota en Angola eran los herederos del mito de 300 años de la supuesta invencibilidad del hombre blanco en África.

Para Piero hubiera sido imposible llevar a cabo estas investigaciones sin la inteligencia, el apoyo y la comprensión del miembro del Comité Central del partido COMUNISTA de Cuba, Jorge Risquet Valdés con quien ha trabajado muy unido desde que lo conoció en 1993 y a quien le solicitó el “deseo de escribir sobre Cuba y África”.

  • ¿Por qué decidió trabajar en un segundo libro?
Cuando empecé mi investigación, tenía una opinión muy positiva de la política exterior cubana y cuando terminé, tenía una visión aún más positiva. Esto es poco usual. Por lo general cuando uno estudia un tema con profundidad, aparecen las manchas, aspectos negativos, que matizan por lo menos en algo la primera impresión. Aquí fue todo lo contrario.

De ahí surgió mi deseo de seguir escribiendo, de llevar la epopeya desde 1976, donde termina Misiones en Conflicto, hasta finales de 1988, con los acuerdos de Nueva York que establecieron la independencia de Namibia y el cese de la agresión sudafricana a Angola.

La diferencia es que en el primer libro abarco un período de 16 años y ahora lo extiendo a tres décadas lo cual representa un problema. En los últimos 3 años he escrito unos cuantos ensayos para publicaciones estadounidenses y europeas, basados en el libro que estoy haciendo.

A menudo los que pidieron el ensayo, me escriben un correo muy fino, un poco adolorido, diciéndome que está muy bueno pero que por favor entienda que tendría más fuerza si matizara las conclusiones, y me dan una lección en plan cátedra de su llamada objetividad, o sea, no hables demasiado bien de Cuba.

Tomo en “serio” estas críticas y añado páginas de documentación, fortaleciendo mis argumentos y jamás me han rechazado un artículo, jamás he tenido que matizar mis conclusiones.

¿Por qué logro publicar estos ensayos en las revistas y en libros editados por las grandes editoriales de Estados Unidos y Europa? No es porque sea simpático o escriba más o menos bien, sino por la fuerza arrolladora de mi documentación.

  • Profesor, para esta investigación usted viajó a Namibia, Angola y Sudáfrica en busca de documentos. ¿Resultó fructífero el viaje; cuáles fueron sus experiencias?
En el otoño pasado fui por dos meses y medio a África Austral para buscar documentación que completara la que ya tengo de los archivos de Cuba, Estados Unidos y países europeos.

Profesionalmente el viaje resultó un gran éxito por la ayuda de Cuba. Tuve tres puntales que desde La Habana me allanaron el camino y abrieron puertas: Fernando Remírez, Jorge Risquet y Rodolfo Puente Ferro.

Gracias a esa ayuda y también a la embajadora de Namibia en Cuba, Grace Claudia Uushona, pude hacer 27 entrevistas en ocho días en esa nación.

En el Ministerio de Defensa de Windhoek hablé con una sobreviviente de la masacre de Cassinga. Tenía ocho años cuando llegó a Cuba a finales de 1978 en el grupo de 601 jóvenes namibios que estudiaron en la Isla de la Juventud. Al comienzo tuvimos una conversación un poco fría hasta que le pregunté si prefería que habláramos en español. Me sonrió. Habla español mejor que yo y con un lindo acento cubano. Permaneció en Cuba hasta graduarse como médico en 1994 y hoy es general de las Fuerzas Armadas namibias y jefa de sus servicios médicos.

Mi primer día en Windhoek caminaba por un pasillo del Ministerio de Defensa con el Mayor que me ayudaría a concertar las entrevistas cuando se paró a saludar a otro oficial. Me presentó como el profesor Piero Gleijeses y su interlocutor me hizo poco caso. Pero el Mayor añadió, es un profesor cubano, y el hombre me abrazó y me habló en español. Había sido el enlace de la SWAPO con los cubanos para la escuela de Chibia, cerca de Lubango, la cual creó Cuba en 1977 para que los niños namibios aprendieran español antes de viajar a la Isla. Tenía, al igual que otros oficiales y soldados que entrevisté en esa nación, un inmenso agradecimiento y cariño hacia Cuba.

  • ¿Qué trató de averiguar en Angola?
Este país era muy importante porque quería que en mi libro se oyeran también las voces de los angolanos. Hay dos grandes ofensivas que las FAPLA lanzaron en el verano de 1985 y por segunda vez en el verano de 1987 en el sureste de Angola para alcanzar el cuartel general de Jonas Savimbi. En ambas ocasiones los cubanos se opusieron planteando que la operación terminaría en un fracaso y enfatizando que la Fuerza Aérea sudafricana intervendría. Los angolanos se dejaron llevar por los consejos de los asesores soviéticos que favorecían la operación y lanzaron las ofensivas.

Tengo en el manuscrito del libro, 15 páginas sobre la primera de estas ofensivas, la de 1985. Están basadas sobre todo en documentos cubanos. Aquí se ve la oposición de Cuba, cómo los angolanos se dejaron influenciar por los asesores soviéticos y como cuando Sudáfrica empezó a golpear, Cuba instó a las FAPLA a que se retiraran para evitar un desastre. Las FAPLA vacilaron y perdieron preciosos días por los consejos equivocados de los soviéticos. Esas páginas evidencian los errores del alto mando de las FAPLA y la admiración de Cuba por la valentía de los soldados angolanos.

Les leí estas páginas, en entrevistas separadas, a cuatro altos jefes militares angolanos que estuvieron vinculados a la operación: el general Ndalu, que era el jefe de EM de las FAPLA; el general Ngongo, Subjefe EM de las FAPLA y quien estuvo al frente de la operación; el general Foguetao, jefe de la Dirección de Operaciones de las FAPLA, y el coronel Barros, jefe de Operaciones de la ofensiva.

A Ndalu y Ngongo ya los conocía. Los dos escucharon en silencio y cuando terminé me ratificaron que lo que había escrito era cierto. A Foguetao no lo conocía. Es un hombre fuerte, un poco tosco. Fue no de los que más impulsó la ofensiva. Mientras leía lo miraba de soslayo, tenía el ceño fruncido. Yo me decía; a lo mejor me bota de la oficina. Cuando terminé, se quedó callado y después dijo: “Eso es cierto, todo lo que dijo es cierto”.

El único un poco huidizo fue Barros. Tras escucharme indicó: “fue más o menos así”. Entonces le pregunté, por favor coronel, dígame en qué no fue exactamente así: Me contestó: "En realidad todo eso fue así”.

Esas eran las voces angolanas confirmando la versión de los documentos cubanos, una prueba contundente que hasta a un lector hostil le resultará difícil esquivar.

  • ¿Qué beneficios para su libro le trajo su estancia en Sudáfrica?
En Sudáfrica me interesaba entrevistar a los señores del apartheid, los altos jefes militares, los jefes de la diplomacia y recoger todos los documentos que pudiera. Mi entrevista más larga duró un fin de semana con el coronel Breytenbach. Vive en George, a dos horas en avión de Pretoria, donde me encontraba. Él es un asesino, un criminal de guerra que fue jefe de los paracaidistas que cometieron la masacre de Cassinga en 1978. Había leído sus libros y comprendía que tenía rivalidades muy fuertes con los generales sudafricanos y antipatía a la UNITA, no por razones morales. Aceptó recibirme para lo cual me sirvió ser profesor de una prestigiosa universidad estadounidense.

Al sábado siguiente estuve 6 horas con él en el hotel donde me hospedaba y aprendí muchas cosas valiosas para mi manuscrito. Me expresó que vendría a verme a la mañana siguiente para seguir hablando y llevarme al aeropuerto. Me quedé pensando en los artículos que he publicado en Granma y en varias páginas Web sobre la masacre de Cassinga y me preocupaba que me chequeara en la Internet, lo cual podría poner fea la cosa para mí. Breytenbach es un asesino, un hombre todavía fuerte y violento. Por suerte no me chequeó.

Otra larga entrevista, por siete horas, fue con Pik Botha, el canciller del apartheid, uno de los hombres más repugnantes con quien he conversado en mi vida. Aceptó recibirme un sábado por la mañana. Vive en una gran finca en el campo a 50 minutos de Pretoria a donde llegué en taxi. Él sí había leído algo que había escrito, un largo artículo sobre Cuito Cuanavale publicado meses antes en el Mail & Guardian de Ciudad del Cabo.

Comenzó increpándome, diciendo que no sabía si valía la pena hablar conmigo porque yo había escrito un artículo vergonzoso (o sea, un artículo que dice la verdad). Yo pensaba, concho ahora me lo dice después que gasté 50 dólares de taxi y si me bota, qué hago, sin celular y sin poder llamar a otro taxi. Me vi perdido en el campo sudafricano.

Por suerte Pik Botha quería hablar y lo hizo por siete horas. Entre las tantas mentiras que dijo, salieron cosas interesantes y valiosas para mi manuscrito.

Pero lo fundamental en ese país era tener acceso a los archivos que están clasificados y lo logré gracias a los amigos habaneros. Saqué 4 000 páginas de documentos.

Los archivos sudafricanos eran muy importantes no solo por lo que podrían decirme de la política de Sudáfrica, sino también por lo que podrían decirme de la política de Estados Unidos. Los gringos no han desclasificado muchos documentos sobre la política de Ronald Reagan en África Austral. No les conviene pues saldrían muy mal parados.

En los archivos sudafricanos pude encontrar textos que arrojan luz sobre el contubernio de Washington con Pretoria.

Para poner un ejemplo, tengo de los archivos de Estados Unidos solo dos conversaciones entre altos funcionarios de ambos países en 1984, un año crítico. Ahora poseo 34 conversaciones más, gracias a los archivos sudafricanos.

Este año 2008 se conmemora el 20 aniversario de las operaciones militares que llevaron a que las tropas invasoras sudafricanas salieran de Angola, que Pretoria cesara su agresión contra la RPA (República Popular de Angola) y aceptara la independencia de Namibia. Hay un gran debate de porqué Sudáfrica accedió a ese retiro.

En los archivos sudafricanos encontré documentos que explican lo sucedido. El 24 de junio, en El Cairo, sudafricanos y norteamericanos se reunieron en la embajada de Estados Unidos antes de que comenzara la segunda ronda de negociaciones cuatripartitas entre Cuba, Angola, Sudáfrica y Estados Unidos.

Pik Botha, rodeado de los oficiales sudafricanos (general Malan, ministro de Defensa, general Geldenhuys, jefe de las Fuerzas Armadas y otros más) le espetó al secretario de Estado adjunto, Chester Crocker, que ellos estaban preocupados por el avance de las tropas cubanas en el suroeste de Angola hacia la frontera de Namibia y querían conocer la valoración de Washington: Crocker pidió que hablara el representante del Pentágono, subsecretario adjunto de Defensa de Estados Unidos, James Word.

El subsecretario explicó que “el avance cubano hacia el sur... había sido objeto de mucha atención por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos... Un hecho clave es que Fidel Castro está personal y profundamente involucrado. Es él quien está tomando todas las decisiones importantes y por ende es necesario leerle el pensamiento a Castro, algo que es muy difícil aún en las mejores circunstancias”.

Y continúa el documento “A Estados Unidos le ha sorprendido la fuerza y la naturaleza del despliegue cubano en el sur. Surge la pregunta ¿cuáles son las intenciones? Inicialmente Estados Unidos pensó que era una jugada política para mejorar la posición negociadora de Cuba. Pero la fuerza cubana ha crecido demasiado para que ésta fuera la única razón y ahora parece que se trata más bien de una fuerza ofensiva que está deseosa de dar batalla. Tal vez los cubanos se contentarán con llegar hasta la frontera. También podrían cruzarla, avanzar combatiendo hasta ocupar las bases sudafricanas en South West Africa (SWA)(Namibia) y empujar a las South Africa Defent Force más al sur”.

En las semanas siguientes, los gobernantes sudafricanos se enfrascaron en un recio debate. ¿Aceptaría Sudáfrica las exigencias cubanas?, ¿aceptaría la implementación de la Resolución 435 de la ONU sobre Namibia? El 20 de julio, un alto funcionario sudafricano advirtió: “Elecciones libres bajo la supervisión de la ONU en SWA resultarán en una victoria de la SWAPO… si no estamos preparados para darle la independencia a la SWA, entonces tenemos que enfrentar… el riesgo real de vernos involucrados en una guerra convencional de mayor envergadura con los cubanos. Las consecuencias podrían ser desastrosas. Las tropas cubanas en Angola están mejor entrenadas y dotadas de mejores jefes que las sudafricanas. En el mejor de los casos tenemos que estar preparados a aceptar millares y millares de bajas blancas”.

  • Piero enfatiza que éstos y otros documentos demuestran lo que los señores del apartheid y los altos funcionarios de la administración Reagan niegan desesperadamente: Cuba había logrado la superioridad militar y ellos lo sabían muy bien, y añade que esto también se ve muy claro en los documentos estadounidenses que han sido desclasificados: los sudafricanos se inclinaron frente a la superioridad militar de Cuba. Esta es la realidad sobre las batallas en Cuito Cuanavale y la posterior ofensiva cubano-angolana-SWAPO hacia la frontera con Namibia. Después de concluido este libro, en qué piensa trabajar Piero.

Hay un libro que quisiera escribir. Hay una editorial estadounidense, no exactamente una editorial de izquierda, que va a publicar una serie de volúmenes sobre grandes estadistas del siglo XX. Me han pedido que escriba el volumen sobre la política exterior de Fidel Castro. Me encantaría poner la evidencia y ya no solo en el caso de África, de una política exterior que tanto admiro, sino la actuación del hombre que fue el arquitecto de una obra tan noble y que estuvo al frente con mano tan certera liderando al pueblo que lo acompañó y lo acompaña con valentía y sacrificio.

sábado, 29 de marzo de 2008

Contra la puta Iglesia del papa Nazinger: Maledicto XVI

Un comunista italiano en Semana Santa

Celia Hart
Rebelión 29 de marzo de 2008

Morboso es, y ha sido siempre el espectáculo anacrónico y tristemente infantil de las procesiones por la muerte de Jesús... Mucho más crucificado, manipulado y humillado después de muerto, que lo que pudieron imaginar los fariseos.
Los que llevamos dentro el sentimiento vívido y preclaro del militante por los pobres deberíamos hacer huelgas de silencio, cerrar nuestras casas, desconectar los dispositivos de audio y video... para no ver (ya que no se nos ocurre qué hacer) las ridículas peregrinaciones anticristianas en estos días.
No me refiero a las lindas manifestaciones de amor brindadas por comunidades cristianas, que con sus propias manos, recursos y cultura ofrecen espectáculos coloridos bañados de color y de niños. Me refiero a que cuando las autoridades eclesiásticas toman en sus manos estos mitos... los trituran y los condenan... Pasa de ser un movimiento legítimo de pueblo a convertirse en peregrinación burocrática, que inspira terror.
Vergüenza no más debiera darnos tanto manto, tantos cánticos misteriosos, tanto bullicio litúrgico.
Los niños salen de vacaciones y en lugar de explicarles con palabras claras y finas láminas la belleza de la vida de Cristo, su humildad, su amor a la igualdad, la justicia y el empeño... los llenan de infeccioso incienso y junto con demacradas señoras y farsantes los obligan desde criaturas a aprenderse de memoria los rezos y aunque no tengan edad para saber pecar, ya los condenan de antemano y los asustan con aceite caliente del infierno... Los condenan a la soledad y a la ignorancia.
De nada sirvió que Jesús hubiese gastado sus neuronas en un ejemplar plan educacional a través de las profundas parábolas, de nada valió que anduviere con una túnica y sandalias... a nuestros niños los divide este mundo anticristiano en dos... Los que andan descalzos llenos de parásitos y a los que los intoxican con zapatos que no se pondrán y la leche que no tomarán. Sometiéndolos a la falsedad de estos ritos que desencajan sus neuronas y enseñándoles desde que nacen como primera doctrina... a saber mentir.
Ya de hecho esa banalidad destruye cualquier recuerdo de la muerte de Jesús.
Esta semana, que dicen santa y recuerdan la crucifixión ha sido éticamente demoledora. Se asesina sin piedad, se miente, se roba..., se legitima la tortura y todo refrendado por las autoridades mundiales en nombre de una palabra indescifrable... terrorismo.
Mientras el tiempo pasa, más lejos está la humanidad de acercarse a aquel que pretende homenajear. Jesús quiso estar entre nosotros y nosotros lo lanzamos al cielo con cara de estúpido para que no se mezcle con nuestros sufrimientos y nuestras debilidades.
Yo vivo en Cuba, el único sitio que queda en pie en este mundo que ha tratado de cumplir, al menos en intención con la justicia de Jesús... El logro fundamental del empeño de nuestros padres fue sentar los cimientos para que la sociedad sea perfectible, que no perfecta.
El sueño de los mejores comunistas fue siempre aspirar a una sociedad igualitaria (¡sí igualitaria, como tendencia!.). Que nadie sufra necesidad por un plato de comida o un vestido, porque sería tan consustancial como hacer latir el corazón o respirar, desechando la carrera consumista infernal a que nos somete este irracional sistema esclavizante cuajado de la más pavorosa irrealidad, que se ha convertido en nuestras aspiraciones diarias.
Estamos, sin embargo, genéticamente facultados para aspirar a una sociedad donde todos, absolutamente todos tengamos el derecho y el deber de entender el futuro de las estrellas, la ruta vertiginosa de los átomos y la finalidad del amor.
En Cuba por fortuna nuestros niños (en general) no tienen, necesariamente que mentir... constituye una legión de verdaderos niños cristianos llenos de valor y aunque no puedan viajar, no tengan ordenador, ni por el momento puedan ir a hoteles... gozan de la mayor igualdad entre ellos. No son los más ricos del mundo, ni los más pobres, son eso sí, los más iguales entre sí, con toda la desventura que hemos padecido, la doble moneda, las injusticias locales, aun así, no hay país del mundo donde los niños aprendan las mismas lecciones con los mismos medios... desde el guajirito de la montaña hasta el niño enclavado en barrios residenciales en la capital.
La desigualdad que puedan tener se las proporcionamos por inconciencia o por las lamentables filtraciones del mercado.
Será por eso que en Cuba no es necesario que dos veces al año nos recordemos burocráticamente del nacimiento y la muerte de Cristo.
Entones les propongo una crónica personal:
Los viernes, (en uno de los canales educativos de mi televisión...: esos que se implementaron en la muchas veces olvidada Batalla de Ideas) transmiten un programa, que aunque enlatado es muy bueno, al menos para los que nos gusta la ciencia... La Ciencia contra el Crimen. Según cuentan se basa en episodios reales y de cómo la ciencia implacablemente puede llevarnos a la verdad sobre secuestros, asesinatos y demás maldiciones de nuestros días. Pues bien, cuando enciendo la tele en plena ciudad de La Habana, lo que escucho y veo me parece aterrador: La procesión en latín hecha en Roma con el ilustre Benedicto XVI a la cabeza, con todo y su desconcertante mirada.
En lugar de la Ciencia contra el Crimen, lo que me ofrecía la programación fue el Crimen contra la Ciencia... ¡Y en Cuba! ¿Cómo fue posible? ¿Cuál Semana Santa pensó el censor del maestro Jon Sobrino, y pasivo asesino de Monseñor Romero que deberíamos festejar? ¿Las calumnias del católico Álvaro Uribe? ¿La pública declaración del Vicepresidente de Estados Unidos diciendo que los palestinos son los promotores de la violencia? ¿Aquí en Cuba? ¿Donde la jerarquía eclesiástica católica apoyó en su momento y sin reservas cualquier aventura contra mi revolución? ¿Dónde el Secretario del Vaticano se atreve a proponer su apoyo para los cambios en mi revolución? ¿Dónde nuestro buen canciller tuvo que brillar más que nunca frente a sus solapadas críticas? ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué nos has abandonado? Casi grito, como aquel que murió en la cruz.
Rezaba yo porque Jesús se desprendiera del madero y con azotes revolcara al Papa y a su séquito... A ver si por lo menos se daban cuenta que también tomó armas en la mano para defender la verdad en qué creía, cuando despachó a todos los mercaderes de la casa de Dios... A última instancia por este acto fue que estuvo en la cruz. Como siempre la verdad más sencilla se convierte siempre en la más molesta.
Y allí en los televisores cubanos estaba la procesión en Roma... ¿Por qué no trasmitieron las actividades que al respecto celebraron las comunidades cristianas y revolucionarias en mi patria? ¿Qué tiene Roma que no tenga La Habana o la isla de Cuba? ¿Si Cuba tiene mucho más derecho a defender al militante Jesús? Ha sido mucho más consecuente con él. “El que traiciona al pobre traiciona a Cristo...”, dijo Fidel Castro a la Iglesia Cubana que apoyaba a la dictadura y a los yankees. El Vaticano es el primer traidor de Cristo, tan sólo con el lujo de la procesión que vi en la tele, muchos niños del mundo no tendrían que ser crucificados por el hambre en Semana Santa.
Nuestros cristianos revolucionarios merecen mucha más atención que los trogloditas de Roma... sólo ellos pueden hacernos ver que las enseñazas del cristianismo son concordes con las revolucionarias... Ellos saben esa verdad. Sin embargo la Roma inhumana, pervertida y capitalista hasta la médula no tiene nada que mostrarnos de Jesús.
De veras que me crucificaron ese viernes con la desdichada visión de Ratzinger y todos esos anticientíficos, que todavía humillan a nuestro amadísimo Galileo Galilei, el cual por fortuna fue defendido por mis colegas físicos en la Sapienza de Roma.
Fue absolutamente desafortunado que se trasmitiera ese espectáculo extranjerizante. Si quería volverse religioso el canal educativo, el que día a día enseña ciencias a nuestros hijos... debiera entonces buscar a nuestras comunidades cristianas honestas y no al desautorizado científica y moralmente Vaticano.
Si es que, en contra de cualquier pronóstico, vamos a institucionalizar también la religión..., cosa que sería absurdo, mucho más derecho tienen las iglesias revolucionarias, cristianas o afrocubanas que han estado todo el tiempo a nuestro lado. En las malas y en las buenas.
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Pero por fortuna, en Cuba todavía existe el milagro de la Resurrección y no fue en domingo, sino el propio sábado y esta resurrección me llegó precisamente de Italia, que no de Roma... me llegó de la vieja Perugia y de manos de dos callados y entrañables camaradas de rebeldía: Froilán González y Adys Cupull.
En una linda presentación llena de amigos comprometidos de Cuba, Italia y el mundo... auspiciado por jovencitos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba se presentó el documental “Canción a Gastone Sozzi”; con motivo del 105 Aniversario de los nacimientos de Julio Antonio Mella y de Gastone Sozzi. El asesinato en la cárcel de Gastone constituyó el primer crimen bajo tortura del fascismo italiano y por el cual Julio Antonio Mella protestó desde México. Gastone Sozzi fue compañero de lucha de Antonio Gramsci, con un compromiso revolucionario a prueba de torturas que los fascistas no lograron vencer.
Nos llenamos de lágrimas y aplausos al saber que nuestro Julio Antonio Mella salió en defensa del joven comunista y que Froilán y Adys le devolvió esta perla histórica a los buenos italianos, por seguir de cerca la pista de la vida del que yo llamo el más intenso de todos los cubanos (y el más guapo también), el empinado Julio Antonio.
Entonces ese sábado preciso después del funesto programa llegado desde Italia, cuando perdía la fe y odiaba a Roma desesperadamente... llegó la Italia partisana y alegre, comprometida y revolucionaria de mi físico preferido el gran Galileo; del patriota internacionalista inmenso que fue Giuseppe Garibaldi, el que luchó por la unificación de Italia, precisamente porque era un internacionalista consumado. Que ser internacionalista es la única manera seria de ser patriota. Y finalmente la Italia marxista, por supuesto la de Antonio Gramsci de pensamientos exquisitos y radicales que es manipulado por la burocratizada izquierda de hoy.
Vamos a tener que salir en defensa del comunista italiano frente a las intenciones expresas de convertirlo en la triste bandera del reformismo moderno. Mas esa linda tarde de Sábado Santo nos acompañó el Gramsci batallador y radical.
Y quiero detenerme un poco... precisamente porque el fundador del Partido Comunista Italiano, camarada de Gastone Sozzi, me ayudó mucho a librarme de las incursiones del Vaticano en mi revolución y a no sentirme mal (como a veces me sucede, cuando me llaman extremista).
Antonio Gramsci no escribió “los Cuadernos de la cárcel” solamente, no estuvo preso por hablar de sociedad civil, de la superestructura, o por sus inéditas contribuciones a la teoría marxista, por ejemplo: la concepción del partido o la subjetividad.
Gramsci fue ante todo un revolucionario comprometido con el socialismo. Por eso estuvo preso, por eso murió en la cárcel. Su obra trasciende, como la de Carlos Marx porque supo asumir la práctica militante. A los revolucionarios sin compromiso práctico, los condena Dios a ser superficiales, vacuos e innecesarios.
Aunque mucho más habrá que defender a Antonio Gramsci de las garras de la intelectualidad orgánica, me limito aquí a expresar lo que felizmente, entre otras cosas, me ayudó a superar el Viernes Santo:
Dijo Antonio Gramsci:
“Los maximalistas rusos son la continuidad de la revolución, son el ritmo de la revolución: por eso son la revolución misma.
Ellos encarnan la idea límite del socialismo. Quieren todo el socialismo. Y tienen esa tarea: Impedir que se llegue a un compromiso definitivo entre el pasado milenario y la idea, es decir seguir siendo el símbolo viviente de la meta última que se debe tener, impedir que el problema inmediato del qué hacer hoy se dilate hasta ocupar toda la conciencia y se convierta en la única preocupación (...)
Ese es el mayor peligro de las revoluciones, el formarse una convicción de que un momento determinado de la vida nueva sea definitivo y que hay que detenerse para mirar hacia atrás para consolidar lo hecho, para gozar finalmente el éxito propio. Para descansar (...)
Los maximalistas, los extremistas son el último anillo lógico de este devenir revolucionario (...)
Así la revolución no se detiene, no cierra su ciclo, sustituye a un grupo por otro más audaz y por esta inestabilidad, por esta perfección jamás alcanzada es verdadera y solamente revolución.” (1)
No sé si Antonio Gramsci habrá leído La Revolución Permanente, pero aunque no lo haya hecho, es sin duda un seguidor de ella... Lo quieran o no los moderados actuales que esgrimen su figura como estandarte.
Así que hasta el exquisito Gramsci odiaba que lo perentorio se convierta en estrategia, nadie podrá convencerme entonces que en virtud de la triste diplomacia de salón era “prudente” o “sensato” escuchar aquella triste procesión del Papa utilizando a nuestro amado Jesús para sus tenebrosos fines, mucho menos por el canal televisivo que se sustenta para cultivar a nuestros jóvenes.
Y fue así que el comunista Gastone Sozzi y su camarada Antonio Gransci y Julio Antonio Mella remediaron lo que había desbaratado en unas horas el reaccionario e inquisidor Joseph Ratzinger y mi buen canal televisivo que se hizo eco de esa pantomima.
Y esta verdad luminosa y coherente vino de manos y voz amorosa de Froilán González y Adys Cupull que siempre tratan de calmar mis angustias para que no me desborde. Esta vez me hicieron un regalo sin ellos saberlo.
Estos investigadores cubanos de gran rigor científico, que se han acercado a las grandes figuras revolucionarias con una dedicación profunda y permanente constituyen un ejemplo de intelectuales revolucionarios para sus lectores, alumnos y sobre todo sus amigos entre los cuales aspiro a estar.
Entre las muchas virtudes quiero resaltar tres de ellas:
Su absoluto apego a la verdad histórica. Eso me consta de muy cerca, sobre todo con la figura de Julio Antonio Mella de la cual somos devotamente enamorados los tres, las andanzas de Mella por la URSS y su simpatía por el Programa de Oposición de Izquierda, que le fuera entregado meses antes de su muerte por el comunista español Andrés Nin, asesinado a manos de Stalin en la Revolución española. Sin simpatizar con León Trotsky, Froilán y Adys lo sustentan. No todos lo hacen, casi ninguno más bien. Muchas de las cosas de Mella, que no se decían, ellos la han dicho con serenidad y paciencia, convirtiéndose en fuentes de investigación imprescindibles.
Su búsqueda en los nexos entre revoluciones y revolucionarios. Un ejemplo claro de esto fue este mismo documental que presentaron sobre Gastone Sozzi. Julio Antonio Mella los llevó hasta este comunista italiano y allá en Perugia desempeñaron una actividad investigadora sobre este comunista italiano. Así vinculan a todos entre sí y olfatean las esquinas poco revisadas, ofreciendo a los historiadores una divisa de incalculable utilidad.
Pero sobre todas las cosas, su irrenunciable compromiso militante. Su capacidad de fundir amigos y colaboradores entre sí. Su pasión conspirativa y de combate. Se diferencian de muchos intelectuales, incluso de mi país los que se refugian en el calor opaco de la academia... Son académicos por ser militantes comunistas de primera línea.
Esta pareja, símbolo del amor aquel que apuntó Mario Benedetti, (“Si te quiero es porque sos, mi amor mi cómplice en todo... y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”) y que de alguna manera sigue representando para mí el ideal del verdadero amor de pareja.
Confieso abiertamente haber contraído eterna envidia hacia ellos, que han fundado su amor en la causa de los humildes y ser tan felices en su lucha juntos, desde hace muchas décadas de revolución.
Froilán y Adys han convertido a la revolución mundial y a sus héroes en el altar de su unión sentimental y su consagración definitiva.
Por eso es que Gastone Sozzi, Julio Antonio Mella, Gramsci, de la mano de Froilán González y Adys Cupull hicieron resucitar al camarada Jesús de Nazaret, después que fue pisoteado de manos del que dice que lo representa en la Tierra y que fuera trasmitido desafortunadamente por mi canal educativo.
Y gracias también a la bella Italia inteligente y comunista, por haber compensado con creces la oscuridad anticristiana del Vaticano ruin, conservador y retrógrado.

Referencias:
(1) Antonio Gramsci Il Grido del Popolo, 28 de Julio de 1917. Antonio Gramsci Escritos Políticos. (1917-1933) Editorial Siglo XXI, Sexta edición (1998) pág. 85 (primera edición, 1977).

Unas Putas bienaventuranzas contra la pena diaria del capital

Bienaventurados los criptorreaccionarios, porque de ellos será algún día el reino de los cielos (o sea, el Estado capitalista)
Decálogo del criptorreaccionario

Decálogo de 11 bienaventuranzas, aunque sea imposible numéricamente

Martes 25 de marzo de 2008,

Puesto que yo me eduqué con los jesuitas, ahí van mis 11 bienaventuranzas, como las 11 Tesis de Marx contra Feuerbach
Este artículo se puede resumir en una sola frase:
«Bienaventurados los criptorreaccionarios, porque de ellos será algún día el reino de los cielos (o sea, el Estado capitalista)».

1. Bienaventurados los socialistas burgueses (cristianos o no). En el espacio Frontera, de RNE, los curas y monjas progres nos enseñan los domingos, mañaneros, las raíces del pensamiento social católico-modelno de nuestros socialistas (incluyo ya a IU, claro): «¿cómo se puede permitir que el 20% cope el 80% de la riqueza mundial?...», etc. Ahí está encerrada toda este filosofía social-católica, que es también la de la izquierda actual: en la torpe metáfora del 80/20 (o del 20/80), que no es sino la del camello y el ojo de la aguja pero en el lenguaje de las malas matemáticas. Los modernos curas laicos y electorales, como ahora saben echar cuentas, nos predican la misma hipocresía que la tradicional santa madre citada, pero en moderno y no en latín. Así que conste mi voto para que se les reserve la primera plaza en el reino de los cielos.

2. Bienaventurados los socialistas feministas y los feministas en general (aunque no sean socialistas). Por lo visto, las reinas de la historia de Inglaterra o de España, las modernas pero igual de vetustas Margaret Thatcher y Hilary Clinton, o —para quienes prefieran la historia de las letras pequeñas a la de nombres propios con mayúscula— las calladas-y-sufrientes-esposas-y-madres, no tienen ninguna responsabilidad histórica en haber contribuido a hacer, junto a los varones correspondientes, la historia tal cual en la realidad ha sido. Los feministas convencidos quieren sustituir la lucha de clases por la lucha de sexos, de igual forma que los socialistas burgueses quieren sustituir la lucha de clases por la armonía social y el beso en la calva.
Las actitudes machistas de las mujeres y los hombres son inexplicables sin las actitudes hembristas de hombres y mujeres. Pero los feministas quieren decretar el fin de la historia real, como Fukuyama, sólo que para un objetivo distinto: inventarse una historia imaginaria donde las mujeres —con sus poderosas y tiernas virtudes, pero sin renunciar para nada a su rica lencería y a su fina cosmética (no se vayan a poner en peligro los puestos de trabajo de las industrias femeninas gobernadas por una mayoría de hombres: ¡qué injusticia!)—, una vez superada la actual fase de transición (la era de las «cuotas» a la que vergonzosamente asistimos), puedan instaurar su dictablanda revolucionaria. Obsérvese, de pasada, que los feministas quieren cuotas para mujeres en el Gobierno, en el Parlamento y en los consejos de administración, pero no dicen nada de las minas, los andamios, la mili o las cárceles. Por cierto, que han debido de instalarse en el interior del PSOE porque en su lista electoral se intercalan, rítmicamente, hombres y mujeres: queda muy bonito, la verdad, pero algo asimétrico por culpa de López Garrido (aunque da igual: con simetría o sin ella, este baile nupcial de nombres terminados en -o y en -a sería ya razón suficiente para no votar jamás a este feminismo reaccionario).

3. Bienaventurados los ecologistas. A mi amigo Ramón (Fernández Durán), de Ecologistas en acción, le quiero recordar que le están ganando la mano los «Ecologistas por omisión», una red de ONG poco (¿poco?) organizada todavía, pero que adopta la «eficiente» forma empresarial capitalista: por ejemplo, hoteles que se preocupan tanto por el medio ambiente que nos sermonean para que no lo contaminemos con el detergente de sus lavadoras (se olvidan de darnos el mismo consejo para las lavadoras de nuestras casas), etc. El error de este ecologismo bucólico-pastoril es claro: nos quieren retrotraer al pasado, poniendo fin a una historia que se obstina en marchar hacia delante. Para ello, no se cortan un pelo, y están dispuestos a olvidar que si la industria poluciona es porque la naturaleza, en su propio progreso (del que forma parte el progreso humano), también poluciona. ¿No se dan cuenta de que para poder decir que existe el peligro de que, por ejemplo, el petróleo se agote hizo falta que la industria creara antes el petróleo mismo, que lo hiciera surgir de esa Nada que era todo lo que había en la época de «Salicio juntamente y Nemoroso»?

4. Bienaventurados los pacifistas. El injusto y ordenado Goethe también necesitaba la paz para estudiar espléndidamente los colores, tanto en Italia como en su hermosa casa de Weimar. Pero esa clase de paz no existiría si no fuera por la guerra y la violencia en que se sustenta. Los pacifistas quieren abolir la historia por el bonito procedimiento de abolir la guerra... ¡en sus mentes! Su lema parece ser: ¡todos con Gandhi, y a repetir con él que el problema no es el capital sino el mal uso que de él se hace! Sin embargo, la guerra de la competencia es un hecho, y la guerra de clases, otro hecho; y ninguno de los dos hechos se deja abolir fácilmente. Aquí viene al pelo aquello de «el desabolidor que los desaboliere buen desabolidor será...».

5. Bienaventurados los antitabaquistas. Al actuar ellos tan lindamente, yo, que no fumo, los veo poniendo en práctica las dudosas virtudes de nuestra ahumada y fumigada sociedad:
a) Le hacen el juego al capital, que no está nada interesado en que sus trabajadores pierdan el tiempo fumando, porque ya se sabe que el cigarrito conduce a la cháchara y al descenso de la plusvalía relativa (por esta misma razón, en los Estados Unidos tampoco se come: han sustituido la comida por el bocadillo, si es que se puede llamar así a una hamburguesa deglutida en la oficina, o de pie, en la calle (con cuidado de no manchar de ketchup la corbata-ejecutivo-de-Wall-Street), o sentado en un deli sin superar el máximo permitido de 15 minutos por cliente. Ante la cantidad de billones que le reporta al capital social el no fumar, ¿qué importan las pérdidas de las empresas tabaqueras? Que se reconviertan: ¿o es que no han oído hablar de la reconversión industrial (que no la inventó Solchaga, por cierto, por muchos méritos que hiciera para dejar el pabellón español bien alto a este respecto)? Además, a mí no me cabe duda de que la ciencia descubrirá, tarde o temprano, el uso terapéutico y la bondad saludable de la nicotina.
b) Le hacen el juego al capital también por otra vía: reproduciendo a nivel micro los comportamientos democráticos del nivel macro. Me explico: el sistema nos enseña que la realidad es plutocrática y antidemocrática, pero que se presenta, como todo en él, fetichistamente invertida en forma de una democracia aparente. Pues el antifumador reproduce eso mismo: impone su «fascismo» cotidiano contra los pobres fumadores, con la cobertura discursiva de que está protegiendo su derecho a la salud frente a la intromisión antiliberal de quien pretende convertirlo a él en un fumador pasivo. Y yo me pregunto, hablando de pasividades: ¿qué podemos hacer los telefoneados pasivos, que vemos cada día atacada nuestra salud mental y auditiva por el chirriar sobresaltante de doce millones de artilugios (sólo en España) que, aparte de funcionar sólo mal y a medias, sirven nuevamente a los empresarios para extender y apretar los hilos de la esclavitud asalariada al campo de la telefonía sin hilos? Ya el maestro Veblen nos explicó que los consumistas no tienen inconveniente en imitar cualquier cosa; por eso, poco extraña que los sumisos jóvenes y ex parados (incluidos los insumisos y los objetores antimilitaristas) ansíen moverse al son de este frenético «¡pii, pii...!» y se crean que «molan» sacándolos a relucir en trenes, cines, calles... y hasta en clase. Dios mío, qué hartura.

6. Bienaventurados los nacionalistas. Sencillamente, porque ellos tuvieron la suerte de ser elegidos por Dios para ser los primeros en el orden de la Creación Humana. Recientes excavaciones arqueológicas han dado la razón a los más arriesgados de estos inspirados científicos: ahora estamos casi universalmente seguros de que Cataluña y País Vasco (se duda de Galicia y de otras «naciones») fueron creados el séptimo día después del big bang, por la mañana temprano, luego de lo cual pudo Dios echarse por fin a descansar para siempre. [Por cierto, muerto López Rodó, es curiosa la foto de hoy en el periódico: este catalán, mano derecha de Carrero Blanco, junto al catalán Fabián Estapé, que acaba de sacar su De tots colors, reunidos con el gallego Franco —lo siento por Xavier Vence y los del Bloque Nacionalista Gallego, pero tienen la desgracia de que Franco sí era gallego—, ¿en qué idioma hablarían los tres entre sí? ¿Aceptaban la supuesta imposición centralista del «castellano» a cambio de su participación celeste en ese mismo gobierno franquista? Piensen, piensen...

7. Bienaventurados los miembros de las santas ONG. De la organización «no gubernamental» a la «gubernamental» no hay más que un paso muy sencillo: suprimir un no. Yo ya le propuse a James Petras la malaventura de formar una OAG (organización antigubernamental); y hasta un nombre: Asalariados sin Fronteras (que no sería sino una nueva versión, remozada y «asigloveintiuneada», de la Internacional de Trabajadores). Mi amigo Agustín Morán me pregunta de qué Internacional hablo: ¿de la II, la III...? De la primera, Agustín, de la primera, tan fetén como la que viene en este siglo XXI, que se parece como una gota de agua al XIX, a pesar de lo que digan los miopes políticos. (Por cierto, que la regla de funcionamiento de la I Internacional se basaba en el mismo sistema de «red» que el listo de don Manuel Castells acaba de descubrir como la gran novedad del siglo XXI).

8. Bienaventurados los okupas. Porque al buscar casa barata lo único que quieren algunos de ellos es formar un «familiar» hogar bien adaptado a sus posibilidades monetarias y a su peculiar modus vivendi, incapaces de superar el ámbito burgués de lo privado, para bien reproducir en esta esfera lo que no son capaces de llevar al ámbito público.

9. Bienaventurados los internaut@s. Porque, al reavivar el mito de la Revolución Científico-Técnica, que andaba de capa caída, se creen que van a cambiar el mundo, cuando lo único que van a hacer es excitar más aún a Wall Street (hasta que a sus socios les llegue la menopausia masculina y tengan que acudir en masa a la Viagra estatal, que eso sí que lo financia la dudosa Seguridad Social yanqui). Ahora podrán difundir con mayor rapidez los mitos de la «sociedad post-industrial», la «era de la información» y de la globalización, etc., y todos seremos un poco más sumisos, ad maiorem gloria Capitali.

10. Bienaventurados los defensores de los animales, porque seguirán rápidamente la senda de Calígula —por el imperio hacia Dios— y alcanzarán el cielo a lomos de sus caballos como perros.

Y, por último:

11. Estas bienaventuranzas/mandamientos/tesis de y sobre el fuego y el barro (de un mal alumno de los jesuitas) se resumen en una: ¡Bienaventurados los postmodernos! No porque quieran poner fin a la modernidad (es decir, a Marx) —cosa sencillamente imposible debido a las leyes de la física (sí, sí, de la física), mal que les pese a quienes confunden determinismo con fatalismo— sino porque su verborrea permite elevar al cubo el grado de fetichismo de esta loca sociedad. Así, mi admirado Antonio Banderas firma todavía como «actor,» y no como «capitalista», el Manifiesto en favor de la unidad de la izquierda, cuando la prensa informaba el día antes de que va a invertir mil o dos mil millones de pesetas en no sé qué espectacular empresa de espectáculos. Su mujer, Melanie, como no es española, no firmaba; pero tengo entendido que el sin par PSOE andaluz está preparando una triple moción (no de ley) referida a esta gran actriz: cambiarle de nombre (ponerle Maleni, en vez de Melanie, que queda más andaluz), hacerla hija adoptiva de Málaga –cómo no—, y permitirle votar (siempre que sea por la izquierda) en las próximas elecciones españolas.

Yo ya he vuelto de votar. ¿A que sí adivinan a quién?