lunes, 29 de octubre de 2007

LA PUTA HUELLA ECOLÓGICA DE LA DESTRUCTIVA MEMORIA PSEUDOACADÉMICA (O DE LOS COSTOS ECOLÓGICOS DE LOS SUJETOS DEL PESEBRE ESCOLÁSTICO-UNIVERSITARIO).


Se nos ha querido engañar durante siglos. Y nos seguirán dando las coces en los mismos lados: ¡donde más nos duelen!
Con el tema mítico de la educación -o de la cultura- se nos engatusa como a bobos. Son pocos los que no se quedan más que seducidos: ¡pasmados! Y, sin embargo, aunque nos ha costado mucho esfuerzo darnos cuenta, nos hemos percatado de la inutilidad de tanto trabajo. ¡Cual Sísifos nos hemos quedado agotados de tanto subir y bajar piedras por las cuentas extraordinarias de tanta pendiente... bancaria!
A nuestro amado Mahatma Gandhi se lo ha aniquilado de raíz. No sólo en la India, sino en todos los países que se creen cultos y civilizados. Él ya nos lo advertía cuando lo de la Independencia de su país: si la India tuviera que tener la misma renta per cápita que la Gran Bretaña de 1947 le haría falta explotar los recursos de más de diez planetas como la Tierra.
En los años veinte del siglo pasado ser catedrático de una universidad española era un flaco favor a la inteligencia. ¿A quién de nuestros campesinos u obreros le hubiera gustado ser un miserable maestro de aldea o un pobre catedrático de una Universidad desprestigiada de provincias? Por aquellos entonces la Universidad de Granada contaba con un claustro de profesores más reducido que un simple Instituto de Secundaria de nuestros días.
Sin embargo, pese al atroz desmoche -en infeliz expresión del falangista Pedro Laín Entralgo- que se produjo durante la implantación de la dictadura fascista en la Universidad española, en los años sesenta y setenta el modelo tradicional de la escolástica universitaria empezó a tomar cierto prestigio. Las pseudoizquierdas le insuflaron cierto aire nuevo procedente de las actividades de la CIA en la criminal guerra supuestamente fría. Pero fueron los vientos de las meritocracias de la globalidiotización las que acabaron por hacernos creer que para ser alguien en este atroz teatro social cada quien tenía que pasar por hacerse un currículum universitario. Se nos quiso vender bien la moto y, hasta, el coche como símbolos de auto(eco)nomía individual...
Si se calculasen los costos ecológicos de esa estupidez se podrían ver los resultados tan letales que tiene ese empecinamiento para la radical aniquilación de la vida inteligente en este destrozado planeta. La globalidiotización nos ha forzado a repetir los mismos errores en las más diversas lenguas idiomáticas feudales. Hemos gastado unas enormes energías en aprender idiomas señoriales para convertirnos en putrefactos don Nadies.
A ese modelo se le quiere seguir dando oxígeno desde los más diferentes frentes de las esquizofrenias políticas. Pero no aguantaría ni dos asaltos si fueran llevados a un verdadero campo de batalla donde tanta objetiva subjetividad basada en la insostenible suciedad del "reconocimiento" se podría venir abajo en menos de lo que canta una calandria...

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