El asunto de Irak está en la mesa de todas las familias que alumbran sus alimentos con los rayos de la televisión. No se puede eludir, aunque las redacciones de los medios de incomunicación pretendan ocasionar colapso informativo, asco, visceralidad, etc. para que el espectador no entienda nada del conflicto.
Sin embargo la cosa está ahora más clara que nunca. El complejo militar de los Bastardos Hundidos de ABélica necesita funcionar como siempre lo ha hecho cualquier empresa capitalista mediante el negocio de la muerte en serie. Acabado el chollo industrial de la mal llamada Guerra Fría se necesitaban abrir mercados nuevos de armas. Hay datos más que espeluznantes de los gastos militares de las administraciones republicanas de la maffia de los Bush.
En las mismas empresas los Bin Laden y los Bush comparten asientos en los Consejos de Administración. Inventaron hace años el jodido discurso de las identidades primitivas en su lucha contra el movimiento comunista posmarxista. Las presuntas etnicidades tuvieron que rebuscar en míticas doctrinas. Y se hizo bien el trabajo contra una ética revolucionaria basada en principios de liberación universal.
Nos ha costado mucho trabajo ensamblar nuestros pedazos. Pero cual ave Fénix estamos saliendo de nuestras cenizas. No hay que echar las campanas al vuelo. Nuestros enemigos no descansan ni siquiera de noche. Como nos enseñara Walter Benjamin el enemigo no ha dejado de vencer y ni siquiera a nuestros muertos los deja en paz una vez que los ha liquidado. Tiene que calumniarlos.
Hay que tomar nota de lo que nos hace llegar Layla Anwar desde el Irak destruido por las bandas criminales de la Organización del Terrorismo desde América del Norte (OTAN).
Habrá que aprender de nuestros errores, pero no hace falta una ética masoca que nos impida luchar a diario contra los enemigos declarados de la Humanidad.
Sin embargo la cosa está ahora más clara que nunca. El complejo militar de los Bastardos Hundidos de ABélica necesita funcionar como siempre lo ha hecho cualquier empresa capitalista mediante el negocio de la muerte en serie. Acabado el chollo industrial de la mal llamada Guerra Fría se necesitaban abrir mercados nuevos de armas. Hay datos más que espeluznantes de los gastos militares de las administraciones republicanas de la maffia de los Bush.
En las mismas empresas los Bin Laden y los Bush comparten asientos en los Consejos de Administración. Inventaron hace años el jodido discurso de las identidades primitivas en su lucha contra el movimiento comunista posmarxista. Las presuntas etnicidades tuvieron que rebuscar en míticas doctrinas. Y se hizo bien el trabajo contra una ética revolucionaria basada en principios de liberación universal.
Nos ha costado mucho trabajo ensamblar nuestros pedazos. Pero cual ave Fénix estamos saliendo de nuestras cenizas. No hay que echar las campanas al vuelo. Nuestros enemigos no descansan ni siquiera de noche. Como nos enseñara Walter Benjamin el enemigo no ha dejado de vencer y ni siquiera a nuestros muertos los deja en paz una vez que los ha liquidado. Tiene que calumniarlos.
Hay que tomar nota de lo que nos hace llegar Layla Anwar desde el Irak destruido por las bandas criminales de la Organización del Terrorismo desde América del Norte (OTAN).
Habrá que aprender de nuestros errores, pero no hace falta una ética masoca que nos impida luchar a diario contra los enemigos declarados de la Humanidad.
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