¿Era necesario el referéndum del 2 de diciembre? Quizá: no.
Existe empachera de discursos. Los pueblos necesitan menos circo. Los enemigos del proyecto revolucionario han sabido jugar sus cartas. Es bastante complicado explicar lo que se jugaba en Venezuela. Es bastante difícil motivar a una inmensa mayoría popular para que vote por una constitución que sólo tenía ocho añitos de existencia. Reformarla le daba mala espina a cualquiera. Acaso: ¿aquella constitución no fue hecha por la primera asamblea legislativa del gobierno bolivariano de Hugo Chávez? ¿No contaba con poder legislativo suficiente la Asamblea Nacional venezolana como para reformar los treinta y tantos artículos que se pretendían modificar por el fundamentalismo pseudodemocrático del Poder Popular? ¿Es buen procedimiento el de la consulta popular en formato de referendum bizantinista? ¿es suficiente un sí o un no para apoyar la propiedad colectiva de los medios de producción como el de la renovación presidencial en futuros comicios electorales? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra para que esas historias se puedan votar en el mismo paquete con un simple sí o un no?
Lo que acaba de ocurrir en Venezuela se debe de analizar con calma. Se pueden extraer muchísimas lecciones de todo ello. Nos jugamos muchísimo y lo podemos perder todo. El imperialismo no descansa en derribar cada conquista de nuestras lógicas rebeliones.
El gobierno bolivariano ha dado un buen ejemplo a todo el mundo. Desde las primeras horas ha reconocido su parcial derrota.
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