Simone de Beauvoir en 1951 después de hacer sus maravillosas cosillas con su amante yanqui en Chicago
La prensa socialistica francesa aún se escandaliza con la libertaria concepción de la vida militante de Simone
Ayer 8 de enero se cumplió el primer centenario del nacimiento de Simone de Beauvoir. Este hecho no le ha parecido al diario “El País” relevante y no le dedicó ni una palabra. Por el contrario, “Le Nouvel Observateur”, le dedica incluso la portada, donde, con el título “Simone de Beauvoir, la scandaleuse”, la muestra desnuda de cuerpo entero: ¿no vaya a ser que alguien se confunda y la trate como a una gran filósofa? Aunque bien está que se pueda ver bien a las claras la imnanencia erótica de su material maravillosa existencia.
Autora fundamental, es quizá su obra El segundo sexo la que debemos agradecerle todas las personas. Considerada por algunas autoras como la Summa del feminismo, es una obra clave del pensamiento, no solo feminista, del siglo veinte, de la que surgen los nuevos temas del feminismo, agotado el periodo de las vindicaciones primordiales, como la del derecho al voto y a la educación superior. En ella se analiza la condición de la mujer desde los diversos puntos de vista desde los que se la conceptualiza: ontológico, sociológico, cultural, científico, histórico. Y nos hace entender lo putas que las pasamos en una suciedad tan criminalmente desigual como en la que nos estamos malmuriendo en vida.
No se nace mujer, se llega a serlo, dice Simone de Beauvoir. Toda mujer ha sido considerada como inesencial y relegada a la categoría de Otra y no le ha quedado más remedio que interiorizar los valores que la puta sociedad patriarcal ha diseñado para ella.
Comprender esta realidad es el primer paso para superar el puto estado de subordinación.
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