“Un tercio oligarquía, un tercio plutocracia, un tercio teocracia.” Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Harold Bloom: profesor de literatura de Yale y crítico cultural, es uno de los intelectuales más destacados y provocadores de EE.UU. Siempre se ha pronunciado sin inmutarse a favor de lo que llama “la lucha por la verdad y la belleza,” ganándose numerosos enemigos al hacerlo, pero también algunos amigos. Como una de las primeras voces críticas contra el gobierno de Bush y la guerra en Iraq, Bloom terminó en una posición difícil con la sátira “MacBush” en 2004. Últimamente provocó indignación en todo el mundo por haber calificado a Harry Potter de “basura”. Hablando en su hogar en New Haven, donde se recupera de un reciente problema de salud, Bloom, pálido y débil, parece encarnar simbólicamente lo que llama el “lamentable estado de la nación.”
“Tengo 77 años y nunca he visto a este país en un estado tan miserable. Es una locura. Lo que estamos presenciando es la Caída del Imperio Romano, sólo que ahora es la caída de EE.UU., la gloria de nuestro Imperio. Esta guerra es lo que Partia fue para Roma.
“El horror de lo que sucede en Iraq excede mis peores temores de hace cinco o seis años (después de la llegada al poder de Bush). Estoy horrorizado ante el desastroso error involucrado. Hay que imaginarse la locura total que significa tratar de ocupar a un gran país árabe en medio del mundo árabe, una cultura de la que sabemos poquísimo, y que habla un lenguaje que sólo habla un puñado de nuestros especialistas, con fuerzas armadas sobre las que sólo tenemos un control limitado y con un gran ejército de soldados privados... Todo el asunto es un escándalo... una serie de mentiras. No comprendo la motivación para la guerra, pero sospecho que la verdadera razón para la guerra, que se podría sospechar en un país que es un tercio oligarquía, un tercio plutocracia, y un tercio teocracia, es que simplemente es una máquina de hacer beneficios.”
Sentado en medio de su sala de estar y en el sillón de cuero marrón en el que ha otorgado la mayoría de sus entrevistas en los últimos años, Bloom suspira profundo y un gesto triste se extiende sobre su cara expresiva. Pronto pasa a la ira, cuando se explaya sobre las consecuencias de la guerra y, en última instancia, de Bush en el poder: una deuda nacional creciente y un dólar debilitado en tándem con un presupuesto de guerra en rápido crecimiento, así como la credibilidad perdida de EE.UU. en la escena internacional debido a la guerra de Iraq y la situación en Afganistán. Para no hablar de Guantánamo, el uso de la tortura y de la humillación en Abu Ghraib y el programa de ‘entregas’ de la CIA.
“Hemos causado un lío monstruoso. Ni siquiera contamos los iraquíes muertos. Dios solo sabe cuantas mujeres, niños y hombres han sido muertos por nuestros disparos accidentales, en los que somos tan expertos, o por otros iraquíes. No, ‘Benito Bush’ (el nombre preferido de Bloom para el presidente George Bush); si tuviéramos un derecho civil en funcionamiento en el mundo, merecería ser condenado por crímenes contra la humanidad. Bush es el responsable en última instancia por esta guerra,” dice Bloom dibujando airadamente en el aire con su dedo índice mientras sus oscuros ojos arden bajo un par de gruesas cejas negras y una corona de rebeldes cabellos blancos.
“Está desangrando a nuestra nación, y no veo una solución en el futuro cercano. Obviamente estamos tan profundamente involucrados en cuanto a sangre, dinero y la situación en el terreno que nos será muy difícil irnos.”
Pero Bloom no alberga ilusiones de que haya alguna presión real de los demócratas para irse de Iraq por el momento.
“La verdad es que Nancy Pelosi, Harry Reid, Hoyer y los otros demócratas que dirigen el Partido del Congreso en el Senado, son de lejos demasiado astutos. Hablarán de que quiere terminar la guerra y suma y sigue, pero la verdad es que saben que no pueden hacer nada al respecto y les cae bien porque pueden culpar a los republicanos por la guerra en las próximas elecciones. Pero la triste verdad es que no pueden detener la guerra ahora. Ahora somos responsables por Iraq. Lo hemos aplastado, así que ahora somos sus dueños. Nunca he visto a este país (EE.UU.) en tal mal estado. Pero no sé qué porcentaje se preocupa realmente.”
Si la guerra en Iraq es el ejemplo más palpable de la decadencia de EE.UU. bajo el reino de Bush, Bloom cita a los medios de EE.UU. como una víctima más.
“Lo llamo ‘medios-cridad’. Es terrible la clase de medios que tenemos actualmente. Nadie se atrevió a sacar la cara y criticar a Bush cuando inició ilegalmente la guerra contra Iraq. Es deprimente, y muestra la dirección que ha tomado este país desde que él llegó al poder – un poder que no le corresponde legítimamente. Los medios no cumplen con su cometido. Los bushistas son matones y durante mucho tiempo nadie se atrevió a criticarlos y sólo se tragaron su propaganda y sus mentiras. La gente se ha atemorizado. En este tipo de clima, a nadie le interesa la voz crítica. Usted me pregunta por el papel del intelectual en EE.UU. de hoy y tengo que decir: ¿Qué papel? ¿Qué intelectuales? No hay sitio para ellos en el mundo simplificado y mentecato de los medios actuales. Solíamos tener un papel, y todavía quedan unos pocos, pero somos una especie en vía de exterminio. Parece que nadie se interesa por los matices.”
Ése es el verdadero peligro, dice.
“La democracia, sea en Suecia o EE.UU., depende de la capacidad de pensar del votante. Si alguien ha leído lo mejor de lo que se ha pensado y dicho, su conocimiento y entendimiento estarán a un nivel muy superior que si ha leído a Harry Potter o Stephen King. Así que esta decadencia hacia la literatura a medias y hacia medios mediocres significa realmente una autodestrucción de facto de la democracia.”
“La corrección política es la muerte de la mente, de la literatura. Soy terriblemente franco y no trato de ocultarlo. Me importa apasionadamente y lo digo. Quiero calidad en todo, e insisto en ello. Creo en la estética, en la belleza de la buena literatura y creo en la sabiduría. La gente se enoja por eso y piensa que es un ataque en su contra.”
Harold Bloom ha sido una personalidad central, pero solitaria, en el debate cultural estadounidense.
En los años cincuenta, enfrentó a T. S. Eliot, cuya Nueva Crítica reinaba entonces en las salas de clase de literatura. En los años setenta, discutió con los destruccionistas, un grupo de intelectuales, en su mayoría europeos, que argumentaban que el lenguaje carecía esencialmente de significado. En las Guerras Culturales de los años noventa, Bloom, quien propugnaba un enfoque estético a la literatura contra métodos feministas, marxistas, nuevos historicistas, posmodernistas, y otros más recientes de crítica literaria académica, se vio enfrentado a críticos feministas y multiculturalistas después de publicar “The Western Canon” [El canon occidental] que muchos consideraron demasiado sesgado hacia los escritores varones blancos. Gran admirador de William Shakespeare y defensor de los poetas románticos del Siglo XIX, Bloom ha escrito unos 30 libros, sobre todo el influyente “The Anxiety of Influence” [La ansiedad de la influencia] y “The Book of J” [El libro de J] en el que afirma de modo poco ortodoxo que la Biblia fue escrita por una mujer.
“No creo que la mayoría de la gente me entienda, pero así es la vida. A menudo me muestran como un antifeminista. Por cierto, no estoy contra la igualdad de derechos de las mujeres en la sociedad. Sería una locura y poco inteligente no apoyarla. A lo que me opongo es a que se aplique una agenda política a la literatura. Eso la mata.”
Considerando su propio legado y obra, Bloom se describe como un anarquista que se niega a adherirse a alguna escuela o paradigma; “un judío agnóstico” que se enorgullece de haber alentado siempre a sus estudiantes a seguir su propio camino – manifestado en el hecho de que el trabajo de ‘ninguno de sus antiguos estudiantes’ se parece al de otros.”
“Podría ser recordado como lo que yo mismo llamo despectivamente una ‘pieza de museo,’ una pieza de museo bastante grande. Uno trata de justificar su propia existencia, uno quiere creer que se puede hacer algo bueno con una vida de enseñanza, escritura y lectura.”
Otrora establecido en el centro del debate intelectual estadounidense, Bloom se considera actualmente un guerrillero marginado – un viejo dinosaurio con el apodo autoinventado “Brontosaurio Bloom.”
“(Gran suspiro) Perdimos la guerra. ¿Qué puedo decir? Ya nadie está interesado en calidad.”
Pero sus seguidores y admiradores siguen escribiendo a Bloom, como la maestra que describe la discusión que ha tenido con sus estudiantes. Bloom, ahora sentado ante el ordenador en el salón, lee en alta voz su correo electrónico:
“Algunos de ellos están bastante molestos por sus duras palabras contra los libros de Harry Potter, como se podrá imaginar. Como maestra me encanta el artículo y estoy de todo corazón de su parte, y por ello me pregunto si usted todavía anda por ahí escribiendo más artículos controvertidos.”
Bloom parece divertido y responde: “¡Qué cosa tan rara!” y pide a su esposa, Jeanne, que escriba su respuesta:
“Como me estoy volviendo muy viejo, tengo que evitar cualquier disputa. Atentos saludos, Harold Bloom.”
Bloom vuelve a suspirar, coloca su mano sobre su frente mientras la agita lentamente, y dice con una sonrisa resignada: “Pero tienes razón, Jeanne. ¿Por qué lo conocen a uno? ¡Por haber atacado a Harry Potter y a Stephen King!”
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Eva Sohlman es periodista sueca y escritora con credenciales impresas, en la radio y en la televisión. Es actualmente editora y productora de “The World in Focus” (”Världen i Fokus”), un programa de la televisión sueca que informa sobre noticias del mundo y entrevistas a fondo en el estudio. El show viene después de la carrera internacional de Eva informando para Reuters, y de publicaciones en The Economist, The New York Times y The Washington Post.
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