sábado, 10 de noviembre de 2007

Hacia nuestra Jodida y Puta Jubilación: ¡¡¡con Júbilo y valores éticos libertarios!!!


Adiós, Universidad, adiós...

Una monástica biblioteca. Así soñábamos la Universidad. Nos hemos despertado en este turbio basurero.

Gabriel ALBIAC
La razón,
viernes 9 de noviembre de 2007

Éramos bibliotecas andantes. Los del 68. Nunca, en el siglo XX, hubo generación que devorase así los libros. Con el ansia fundamental de una misión sagrada: en los libros estaba la clave del inminente trastrueque del mundo. Del mundo que iba, al fin, a ser establecido sobre firmes principios racionales. El tránsito de la prehistoria a la historia, liberada, por fin, de irracionalidades bárbaras, lo sentíamos al alcance de nuestros dedos: apenas... Había que saberlo todo. Para poder, al fin, hacerlo todo. Todo. No ha habido generación más hambrienta de sabiduría que aquella de los que, con menos de veinte años entonces, nos sabíamos destinados a resolver el majestuoso teorema de un mundo liberado, al fin, de estupideces y opresiones.

Fue una ilusión. Claro. Lo habríamos de saber muy pronto, leyendo al glacial Freud de 1914. La ilusión de una sociedad liberada de irracionalidades es la más incurable de las fantasías humanas. Apenas una forma menor de la alucinación, en el menos preocupante de los casos. Aprendimos a sobrevivir con la larga melancolía que hay siempre en el conocimiento de las propias invalideces. Nos supimos derrotados. Bien estaba. Supimos igualmente que en aquella derrota se alzaba nuestro monumento. Y que éste era descomunal, tanto cuanto doloroso: haber sido la más libresca de las generaciones, la más precoz también; y, así, la más espiritualmente herida. Una efímera y fallida aristocracia. Como el Tayllerand de los tiempos de antes de la revolución, también nosotros podríamos decir que aquellos que no vivieron nuestra hipnosis ante la letra impresa no tienen la menor idea de lo que pueda ser la dulzura de haber vivido. Ni de su amargura.

Llevo dentro de la Universidad desde entonces. Para mi desgracia. Como tantos del 68, no supe salir a tiempo de este cementerio. La ilusión nos hizo creer que el paraíso –esto es, el perenne encierro en la universal biblioteca– retornaría . era un sueño. Peor: una de esas alucinaciones menores, que analiza Freud; una muerta ilusión que acabó por pudrirnos hasta el último resto de alma a todos. He visto desmoronarse y desaparecer la institución, a lo largo de éstas cuatro décadas. Como la “Casa de Usher” de Poe. De la Universidad quedó, primero, una aburrida enseñanza media prolongada. Después, un perezoso parvulario. Y ahora, al cabo, un vertedero. Yo que soñaba no salir de aquí, y aquí no vérmelas más que con esos libros que son lo único no despreciable que dejará tras su paso la especie humana, no tengo ya más esperanza que la de ser lo más rápidamente jubilado de este lugar pútrido.

De este lugar pútrido. Noviembre. 2007. “Proyecto de Real Decreto remitido al Consejo de Estado por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales”. Capítulo 1, artículo 3c: “Las materias y asignaturas que conformen los planes de estudios se impartirán de acuerdo con los valores propios de una cultura de paz y de valores democráticos”.

Toda una vida perdida. Para esto. Tanta necedad. Tanta ignorancia. Tengan sus señorías la bondad de irse a la mierda. Con su parvulario.

(LA PUTA GRANÁ le reconoce al catedrático universitario Gabriel Albiac su pésimo y pesimista/ sujeto y subjetivo análisis con el que comparte algunas cuestiones que en próximas entregas se abordarán).

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