domingo, 11 de noviembre de 2007
Acerca del Puto padre de Blancanieves
De cada nueva obra de Belén Gopegui se pueden leer reseñas breves, pero muy elogiosas. Sin embargo, después de leer algunas de sus imposibles novelas se queda un cierto mal sabor en la boca de cualquier lector.
Para nuestro gusto, el de LA PUTA GRANÁ, algunas de sus obras tienen para un determinado tipo de lectores demasiadas páginas. Y para otros la obra termina cuando debiera estar despegando. Pues nuestra tesis es bien sencilla, a saber: la apología de la Corporación que se hace en El padre de Blancanieves es el trabajo diario que se realiza en plataformas emancipatorias como la digital Rebelión (www.rebelion.org). Si nos quedásemos con el mensaje moralista –¿o politicista?– que nos lanza a lo largo de más de trescientas páginas le diríamos que: en muy pocas páginas se podría decir lo mismo y, encima, con un lenguaje hasta mejor elaborado literariamente. Hay personajes que se quedan en un ridículo espantoso como el de la mediocre profesora de filosofía nombrada como Manuela.
En El padre de Blancanieves nos chirría hasta el título. No sabemos muy bien a qué viene la referencia de ese personaje de cuento infantil recopilado por los hermanos Grimm. ¿Blancanieves sería el nombre en clave del personaje de Susana? Y: ¿el padre sería el de ésta estudiante cuando destruye la empresa alternativa que su hija subversiva está llevando a cabo con su grupo?
Hay algunos fallos en la sintaxis que le hace carecer del rigor literario que a una buena novelista se le suele suponer y que, al parecer, se le han pasado a la autora y a los correctores editoriales.
Se nota que la obra de Belén Gopegui ha estado en continuo contacto con los trabajos intelectuales, políticos y revolucionarios de amigos incansables e indispensables como Carlos Fernández Liria. Sin embargo no parece que haya digerido con paciencia dialéctica suficiente lo que el maestro nos ha ido dando durante tanto tiempo en silencio. Las referencias a Sócrates, a Cuba son mínimas y pareciera que se hacen con cierto miedo. Como si una especie de novela literaria no pudiera exponer con más rigor la vida filosófica que hay detrás de esas increíbles referencias. Novelar el mundo que hay detrás de los ensayos de Luis Alegre Zahonero, Pascual Serrano o Carlos Fernández Liria sobre Venezuela sí que requiere de sabias lecciones de escritura para poderse llevar mínimamente a buen puerto. No es extraño que se le concedan los galardones que se le acaban de ofrecer en tierras de Bolívar a Comprender Venezuela, Pensar la democracia. Sobre el colapso moral de los intelectuales occidentales.
El experimento narrativo de Belén Gopegui, no obstante, posee su interés. Pero creemos que se ha quedado en un banal intento. Pareciera un simple ejercicio escolar para dar a conocer a un público desinformado el valor social que de suyo conlleva la militancia política revolucionaria. Puede que el puto mercado de la crítica literaria española se crea saturado en poco tiempo de obras de esas características. Y le pudiera pasar como muy bien ha apuntado Santiago Alba Rico en una muy justa valoración del chapucero programa televisivo La Bola de Cristal. Ha sido mitificado por haber sido: no el principio de una manera nueva de hacer programas de televisión, sino por haber sido cancelado por la Puta censura de la patética política socialfascista de la monarquía borbónica española en los años de plomo del gobernante de torturas que iba de incógnito y que respondía como Sr. González.
El padre de Blancanieves puede ser el principio de algo nuevo. Y será importante realzar el valor político de la literatura diaria que se hace en la lucha revolucionaria. Como novela no está ni acabada ni merece estar entre las más inolvidables páginas de la literatura. Sólo como proyecto de otra cosa que podrá algún día llegar a ser merece nuestro mínimo aprobado.
Y ojalá se pudiera empezar a hacer verdad aquello de que el público, como advirtiera Bertolt Brecht, fuese una Asamblea de individuos capaces de transformar el mundo: cuando reciben un criminal informe sobre las políticas fascistas que el capital aplica a diario contra él.
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1 comentario:
No sé bien si es que tratais de tirar piedras contra vuestro propio tejado, o sencillamente que no habéis sabido leer el libro, ni captar lo que el libro quiere decir. Vamos a ver: este libro no es la anterior novela de Belén Gopegui, no es una novela sobre el sentido de la revolución cubana. Se trata de una novela que habla de la clase media. Ese es el sentido del título. ¿Qué hace el padre de Blancanieves mientras la madrastra se dedica hasta intentar matar a su hija?. Esconderse. La clase media se esconde, no es explotadora ni explotada, sencillamente recibe los servicios de una clase explotada. Los tolera, le da privilegios bajo un sistema que afirma democrático a los explotadores y se esconde. Podría ejercer su fuerza en favor del oprimido, pero no, ¿se consuela, se escabulle?. ¿Existe?. Precisamente eso es lo que plantea la novela, y resulta dura cuando uno se siente atacado. Creo que ahí está la clave de vuestra rancia crítica.
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