domingo, 17 de febrero de 2008

Y, sin embargo, la Puta Yunta de Andalucía condena al infierno de los Juzgados a sus profesores de filosofía


Entrevista a Esther Díaz
CULTURA: INVESTIGADORA Y
PROFESORA UNIVERSITARIA
Esther Díaz: el camino de la filosofía al erotismo explícito
http://www.clarin.com/diario/2005/12/19/sociedad/s-04101.htm


Son cuentos de temas sexuales, que le sirven para pensar asuntos sociales. Según Díaz, el estallido en Argentina de diciembre de 2001 fue “una expansión del deseo”.


Magdalena Rodríguez. ESPECIAL PARA CLARIN


El himen como obstáculo epistemológico” le puso esta autora a su libro de relatos. Lo shockeante del título tiene que ver con la autora: Esther Díaz, doctora en filosofía, directora en carreras de posgrado y diversos proyectos y publicaciones científicas, foucaultiana y deleuziana de raros peinados nuevos, acaba de publicar una serie de relatos sexuales, que son la excusa para pensar otras cuestiones. Cuestiones como el estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001. O cómo dar cuenta, desde la filosofía, de las marcas que constituyen “la argentinidad”.

La lengua literaria parece capaz de decir aquello que muchas veces escapa a los convencionalismos teóricos. Así que el libro inventa un territorio donde caben todas las formas del sexo: el de los ricos y el de los pobres, el de los posmos y los hippies, el de los hombres, el de las mujeres, el de los niños y los ancianos. Un libro que subraya que la madre no es inmaculada y que el grupo de familia no sólo se junta para ver la televisión.

—¿Qué relación hay entre el ejercicio de la ficción y su actividad como filósofa?
—Que este libro se haya gestado en el estallido social “en argentino” está ligado a eso. Yo quería pensar la argentinidad. En filosofía hay un prejuicio que dice que hay que abordar temas universales, no parcialidades... Pero yo estaba perpleja ante lo que pasaba en Argentina; sentí que la filosofía no me servía para reflexionar. Y estos relatos sacaron de mí lo que estaba pasando acá. Muchos están impregnados de lo social y en los otros, igual existe esa potencia.

—¿Un estallido social con la potencia del amor?
—Era intenso, pero no del nivel del amor; el amor es una cosa más socializada, codificada. Lo que estaba pasando era del orden del deseo en estado puro, sin nombre. Más parecido a lo sexual, como impulso que sale y no lo podés contener, que a lo amoroso, como sentimiento, que hace un poco más suaves las cosas.

—¿Qué hay del orden del deseo en el estallido social?
—Que hayan salido tantos cuerpos a la calle, movilizados por diferentes indignaciones, y que, sin una gota de sangre de su parte —la sangre salió de la represión— hayan volteado a un presidente, dice mucho de esta expansión en estado puro del deseo. Estos cuerpos liberados el 19 y el 20 acabaron con una presidencia, el deseo pudo con eso...

—¿Cuáles fueron las lecturas que alimentaron este libro?
—Armé una minibiblioteca de relatos sexuales. En castellano y, específicamente, argentinos. Pude ver que, con algunas excepciones —Néstor Perlongher y los Lamborghini— en Argentina no se escriben cosas eróticas fuertes. Y yo, que toda la vida leí al Marqués de Sade, me decía: “¿Por qué en argentino no se pueden decir las cosas como corresponde, con las palabras gruesas?”. Traté de usar argentinismos. Cuando hablamos de los cartoneros, de los pibes chorros, de las villas, tenemos un acervo muy rico para nombrarlos, no hay por qué usar el neutro.

—Sus relatos, ¿excitan?
—Claro que sí. Alguien dijo que el relato erótico es el que produce excitación. Y yo sentí que casi toda la literatura erótica argentina no me producía nada. En cambio cuando leo a Sade, como le pasa a cualquier persona normal, me caliento.

—Para ser un texto erótico tenía que producir algo...
—Deleuze dice que hacemos el amor con mil, aunque lo hacemos con uno, porque no nos queda más remedio. Nuestro deseo se alimenta de estímulos, del trato con otros, objetos, música, lectura. También Lacan dice que el deseo no tiene objeto: es tan grande, tan inconmensurable, tan innombrable, que no quiere consumarse en una persona sola. Esto es lo que quiero decir en mi libro y por eso hablo sin pelos en la lengua.


DÍAZ BÁSICO
Buenos Aires, 1939. Profesora de Filosofía. Mientras trabajaba como peluquera, Díaz estudió filosofía hasta obtener el título de doctora por la Universidad de Buenos Aires. Tras ejercer en varios cargos académicos, hoy es profesora de Metodología de las Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Económicas y en la Maestría de la Universidad de Lanús.


Publicó, entre otros, “La filosofía de Michel Foucault”, “Una historia de la verdad”, “La sexualidad y el poder” y “Buenos Aires, una mirada filosófica”.


DE “APENAS UNA RÁFAGA”


Cuando en la aislada oscuridad de la choza de mi selva recorro los textos que guardo en la memoria, se alumbran los recuerdos que mil veces despertaron mis anhelos sexuales.


El propuesto Santo, Agustín de Hipona, en el invierno de su existencia, se culpaba por haber cedido a la atracción que emanaba del bello cuerpo de un compañero de juventud. Sin embargo, no sentía culpa por haber abandonado a su mujer en la mitad de la vida, cambiándola por varones con los que convivió hasta el final.


Antonio el eremita se abismó en el desierto buscando purificarse. Y como sin tentación no hay virtud, a falta de aparatos televisivos u otros estímulos impensables por aquellos tiempos, las seducciones se filtraban entre los remolinos de arena ofreciéndole espejismos de coitos aberrantes, vaginas vomitando lagartos, anos atravesados por renacuajos, senos brotando lentamente de cuerpos aduraznados, (...).


Esther Díaz

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