sábado, 8 de marzo de 2008

ETA putea a alguien MARX que a la puta izquierda abertzale: le hace el juego a la guerra criminal de la Pena Capital


El bárbaro atentado en el escenario político


Antonio Maira
InSURgente, 8 de MarxO de 2008




El brutal asesinato del ex concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco, ha abierto de nuevo la caja de los truenos y ha enturbiado todavía más un proceso electoral corrompido hasta los cimientos. El atentado, al margen de ser un acto criminal absolutamente injustificable y particularmente alevoso, tiene unos efectos políticos nefastos para la izquierda abertzale. Los tiene para la lucha por las libertades en Euskadi, y para la recuperación de los derechos políticos violados por un estado de excepción que ha llegado a negar el derecho de sufragio activo y pasivo de una parte muy importante de los ciudadanos. Pero también tiene unos efectos terribles contra la izquierda anticapitalista que plantea la necesidad de un proceso constituyente y que se solidariza con los derechos democráticos del pueblo vasco.



El atentado refuerza y justifica ante la opinión pública el discurso demencial de la guerra que hace el juego a quienes están dispuestos a mantener un sistema económico y político oligárquico, antidemocrático y desigualitario, por encima de todo.



El atentado que chantajea a la izquierda abertzale colocando su trabajo político ante la boca de los cañones, supone un desprecio absoluto para la izquierda anticapitalista del resto del estado. Esa izquierda que denuncia la corrupción del sistema político, la pérdida de todo contenido democrático, la manipulación absoluta de las conciencias que realiza una minoría utilizando unos medios de comunicación privados o privatizados por los partidos en el gobierno, la liquidación progresiva de los derechos de los trabajadores, la corrupción de los sindicatos mayoritarios y de la izquierda institucional, la explotación creciente de los jóvenes mantenidos en una situación permanente de precariedad, la marginación progresiva de las grandes mayorías de cualquier decisión colectiva, la generalización de un discurso social individualista y egoísta; y que se solidariza firmemente con las demanda de libertad del pueblo vasco, en particular con su exigencia democrática del reconocimiento del derecho de autodeterminación.



Ya sabemos que el “discurso civilizado de la guerra”, fácilmente asimilable por una “opinión pública” desinformada y manipulada en sus emociones, conduce a Guantánamos judiciales, legislativos, políticos, represivos y carcelarios; es decir, a la construcción de “espacios” sin derechos, establecidos desde una presunta “legitimidad democrática”, en los que se ejerce la “política antiterrorista del estado”.



No otra cosa que un Guantánamo español fue lo que ofreció hace unos días Zapatero a Rajoy, cuando le garantizó –en el segundo debate televisado- “su apoyo incondicional en la lucha antiterrorista” en el supuesto de que el Partido Popular ganase las elecciones.



El significado de esa oferta -“legitimada” por uno de los dos resultados posibles de unas elecciones cerradas, encapsuladas y profundamente antidemocráticas- es muy claro cuando se recuerda la última legislatura de Aznar, y la etapa de gobierno del propio Zapatero.



¿Apoyaría Zapatero el retorno de una política que utilizó conceptos represivos de evidente raíz franquista como el de “entorno de ETA”, aplicado indiscriminadamente contra el pueblo vasco, y creó instrumentos para bloquear toda solución política como la todavía vigente Ley de Partidos? ¿Apoyaría la inclusión del conflicto político vasco dentro de la “guerra mundial antiterrorista”, como hizo Aznar sin oposición alguna del propio Zapatero, legitimando la aplicación de medidas de represión preventiva y el desarrollo de una verdadera guerra en Euskadi?



¿Olvida Zapatero que esa política neofascista de Aznar le llevó a alentar, legitimar y participar en el genocidio de Iraq, y a convertir al pueblo español en víctima de represalias terroristas como la del 11-M?



¿Dónde ha quedado la ética de un Zapatero que vio como “Rajoy-Aznar” destruía sistemáticamente, y desde el mismo comienzo, una propuesta de Paz aprobada en el Parlamento, y que inventaba y utilizaba simultáneamente la “autoría de ETA” en los atentados del 11-M de Madrid con la doble finalidad de exculpar a Aznar del “atentado represalia” y de bloquear todo intento de negociación política en Euskadi?



¿Cuál hubiese sido la actitud ética de Zapatero si a pesar del criminal encubrimiento de la autoría de los atentados del 11-M, “Rajoy-Aznar” hubiese ganado las elecciones de 2004? ¿Hubiese permitido o pactado una “guerra preventiva de baja intensidad” en Euskadi?



En principio, el primer Guantánamo represivo, aplicado contra un derecho político básico, ha aparecido ayer mismo en boca de todos los llamados “partidos democráticos”.



La “unidad sagrada”, resucitada por el criminal atentado de ETA, ha empezado no sólo por legitimar el “sistema político”, sino también por criminalizar la disidencia fundamental más pacífica de todas.



La abstención –dicen- es votar a ETA.



¡Cada voto depositado en las urnas es un voto contra ETA!



Los terribles efectos sociales de la crisis económica que está cayendo sobre nosotros están en la mente de todos los “dirigentes políticos”. Habrá que aumentar la represión pasiva sobre los trabajadores, y la represión activa contra los que creemos que no hay salida dentro del capitalismo.



La llamada a la abstención no tiene nada que ver con ETA.



Tiene mucho que ver con una demanda, todavía enterrada dentro del sufrimiento de los trabajadores y de los jóvenes explotados y marginados, de los precarios de ahora, y de los parados de ya mismo, de cambio del sistema político que los encadena, del sistema social que los envilece, y del sistema económico que los explota.



Yo, desde luego, voy a abstenerme. También por dignidad y por vergüenza.


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