martes, 1 de abril de 2008

Para dar la revuelta a nuestras putas y ridículas infravidas

Relojes, gafas y otras pendejadas para poder soportar un modo de vida criminal, ridículo y horteramente nocivo
Fantasías a lo Spitzer
Las estresadas mujeres de Nueva York idealizan la vida de las prostitutas de lujo que frecuentase el dimitido gobernador del Estado

MERCEDES GALLEGO
Ideal, Granada, 31.03.08

EL destape de la vida secreta del gobernador Eliot Spitzer escandalizó a la sociedad, revolucionó a la clase política y desató ríos de tinta, pero el verdadero cataclismo ocurrió en la mente de las estresadas neoyorquinas, donde la tórrida historia se coló directamente hasta sus fantasías más íntimas. Y no se trataba necesariamente de fantasías sexuales, que también las hubo. No faltaron esposas aburridas que soñaron con ser Kristen por un día y hasta se imaginaron protagonistas de un romance como el de Julia Roberts y Richard Gere en 'Pretty Woman'.

Si el flamante gobernador adalid de las causas justas, convertido en sheriff de Wall Street y verdugo de los ladrones de cuello blanco hubiera resultado ser un gordo seboso con caspa sobre los hombros y los pechos colgando sobre la barriga, a nadie se le hubiera ocurrido fantasear con él. Pero a Spitzer le veían como un apuesto fiscal de clase alta que había procreado tres tiernas adolescentes con una elegante esposa que completa la foto de la perfecta aristocracia.

Con todo, si hubiera pagado 500 dólares por una vulgar pécora de minifalda y mucho maquillaje la fantasía no hubiera pasado de un momento de calentura. Lo que en la Gran Manzana echó a volar la imaginación femenina fueron las infinitas posibilidades de un oficio bien pagado y al alcance de cualquiera que hace perder la cabeza de quien se ponga a hacer números.

Profesión equivocada

Susan Dominus, periodista del 'New York Times', confiaba en las páginas de ese periódico que una amiga suya, madre trabajadora de tres hijos, no lograba dejar de pensar en Kristen, relajada en una butaca del tren que enlaza Washington con Nueva York, pasando con calma las páginas de una revista de moda, mientras ella se volvía histérica contestando e-mails en su 'blackberry' con una mano y cambiaba pañales con la otra.

Dinero limpio de impuestos, horario flexible, pocas horas de trabajo, restaurantes de lujo, hoteles de cinco estrellas... Cuando el rotativo neoyorquino descubrió a Kristen en un elegante rascacielos de Manhattan y mostró sus fotos en bikini sobre un yate, las ejecutivas de Wall Street dejaron escapar bromas amargas sobre haberse equivocado de profesión.

«¿Qué harían las mujeres de Nueva York en la cama con Eliot Spitzer por 5.500 dólares ?», titulaba el diario 'The New York Observer'. El artículo, que reunía las respuestas anónimas de muchas mujeres,
llegaba a ser pornográfico en ocasiones,
pero fue la noticia más leída del periódico durante toda la semana.Entre las que se resistían a venderse por 5.500 dólares estaba una veinteañera rubia que hablaba de moral, pero que en cuanto se la presionó para visualizar lo que haría con ese dinero empezó a ceder terreno. «Bueno, por 5.500 dólares podría bailar 'striptease' para él, le dejaría que me lamiese los pies, me vestiría de sirvienta francesa... Por 10.000 podría considerar darle un masaje erótico», continuaba la chica. Y a esas alturas ya había pasado de comprarse un bolso de Marc Jacobs a contratar dos semanas en las islas Fiji, donde dormiría en un bungalow a pie de playa y se daría un masaje todos los días.

Lo que nos lleva hasta una de las piedras filosofales de los buenos mafiosos: todo el mundo se vende, sólo es cuestión de precio. Los comentarios en la calle empezaban a ser como el argumento de 'Una propuesta indecente', cuando Robert Redford ofrece un millón de dólares a Woody Harrelson para poder pasar una noche con su esposa, la deslumbrante Demi Moore. Así las cosas, era cuestión de salud pública y seguridad nacional desmontar a Kristen de su caballo blanco y romper el mito de la prostituta de lujo. «Caras, sí. De clase alta, no», remachaba con cierta crueldad 'The New York Times'. «Clase y prostitución son dos palabras que nunca van unidas». (LA PUTA GRANA añade: ¿De verdad que eso es así? No se lo creen ni en la rwedacción de ese panfleto ideológico en plan periodity yanqui. ¿Qué pasa que la clase alta casa mejor con un style of life?).
A casa

Durante su particular calvario de Semana Santa, Kristen ha dejado de ser Alexandra Dupré para enfrentarse en los periódicos al pasado de su verdadero yo, Ashley Youmans, una joven drogadicta que huyó de su casa después de sufrir abusos, que se fue a trabajar a los clubes nocturnos de Nueva York soñando con ser cantante de blues y acabó de prostituta para hombres que hacen el amor en calcetines y no quieren usar condón (sí, también había que desmitificar al gobernador), mantenida por un amante que recientemente ha dejado de pagarle el alquiler, por lo que tendrá que volver a su hogar familiar de New Jersey.


Con su marcha se ha restituido el 'status quo' moral en la Gran Manzana. Las esposas aburridas vuelven a apreciar la seguridad de sus vidas monótonas y las ejecutivas agresivas se cenan un sandwich en la oficina con la 'blackberry' en la mano, convencidas de que no hay trato de princesas ni tarjetas platino para las que traspasan la frontera moral de la sociedad.


LA PUTA GRANÁ añade: Como se puede ver por el carácter de esta noticia el pornocapital tanatocrático hace estragos. Pero, al parecer, nadie se cuestiona cómo un puto gobernador yanqui se puede gastar un dinero que no es suyo. A nosotros no nos parece escandaloso que alguien cotice su buen hacer en 5 mil y pico dólares lo que no llegamos a entender es por qué nos conformamos en nuestras ridículas vidas y nos dejamos atrapar por salarios de mierda en puestos de trabajo asquerosos. Si somos capaces de hacernos valer como prostitut@s de lujo en cualquiera de nuestras tareas otro gallo nos cantaría.
Y sobre esos putos políticos pseudoliberales: ¿No podrían dedicarse a la política como los diputados de la Asamblea cubana del Poder Popular? ¡Qué gran faro radicalmente democrático para el puto porvenir que se nos avecina! ¿Estamos preparados para el duro Período Especial que se nos aproxima a la velocidad de la luz?

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