martes, 14 de abril de 2009

La Puta Locura del criminal Franco

Durante los largos años de la represión franquista, los principales psiquiatras españoles se convirtieron en guardianes de la integridad moral y política del régimen. Sus métodos, ideología y tratamientos parecían más destinados al castigo de los “rojos” y “los otros” que a la prevención y curación de enfermos. Enrique González Duro, uno de los más destacados psiquiatras españoles, ha buceado en archivos, removido documentación y analizado los textos doctrinales de sus colegas franquistas con el fin de sacar a la luz el comportamiento profesional y personal de una parte esencial de la psiquiatría oficial. El resultado es un libro estremecedor. Un riguroso trabajo que desvela aspectos, hasta ahora desconocidos, de la barbarie clínica cometida contra los perdedores.

El manicomio seguía siendo el eje fundamental de la asistencia pública y referente para el orden social, pero fue convertido en una institución de orden y para el orden. Lo importante era el mando único y la disciplina patriótica del personal facultativo, auxiliar y religioso, para controlar permanentemente al enfermo internado, considerado como un peligroso enemigo, dispuesto siempre a la fuga y tratado menos como paciente que como objeto de la disciplina y del «merecido castigo» (Enrique González Duro).


Después de la lectura de cualquier libro o de la visión de cualquier documento (gráfico, cinético, etc,...) se debería de disponer en un país que fuera mínimamente democrático de espacios sociales donde poder realizar debates que valieran de verdad la pena.

Hace unos días nos metimos de lleno en la lectura del libro Los psiquiatras de Franco. Los rojos no estaban locos del psiquiatra jienense Enrique González Duro. Es ésta una excelente obra. Y se nota que está hecha con paciencia, con mimo, con madurez. No es fruto de un berrinche ni de un puñetero resentimiento.

El libro no se debería de quedar muerto en cualquier estantería. La editorial debería de colocarlo en una impresión digital para que se tenga acceso a él desde cualquier punto de nuestro planeta. Y se deberían transformar muchas cosas: empezando por los espacios universitarios muy mal llamados académicos hasta los propios espacios parlamentarios de la política monárquica donde los burrócratas no paran de rebuznar sin decir nada que medianamente pueda ser escuchado sin aburrimiento y sin hastío.

Enrique González Duro nos regala algo más que un libro de psiquiatría o un mínimo capítulo de la historia española de la psiquiatría. No se queda en poner en su sitio a saltimbanquis de la calaña moral de un tal Antonio Vallejo Nágera o un mequetrefe de la inmoralidad de Juan José López Ibor. Que los animalicos no se contentaron con ser unos delatores de sus maestros republicanos sino que obligaron a hacer creer a muchos que sus mediocres puntos de vista podían pasar por rigurosos, científicos escritos psiquiátricos. Hasta quisieron crear una psiquiatría católica hispánica -nazional y fascista-. El libro de González nos muestra los criminales planteamientos hechos a base de un odio atroz y visceral hacia la inteligencia por parte de los defensores del genocida africanista el bastardísimo Franco. Eso sí su ceguera moral se mantiene oculta por su rigidez mental. Por eso este libro en el 78º aniversario de la insumisa y pacífica revolución republicana nos da que pensar ¡muchísimo!
Por eso y por muchas cosas públicas más nos desgañitaremos gritando una y mil veces:
¡¡¡Viva la TERCERA REPÚBLICA!!! ¡¡¡Abajo el mediocre Reino católico de los Bribones borbónicos!!!


"Para la psiquiatría franquista, un rojo era un débil mental"

LaVanguardia-24-1-09.pdf
Por Victor Amela, La Vanguardia.

Tengo 66 años. Nací en La Guardia (Jaén) y vivo en Madrid. Soy psiquiatra y trabajo en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. Estoy doblemente divorciado. Tengo dos hijos y un nieto. La opresión franquista me hizo de izquierdas. La opresión eclesiástica me hizo ateo.

  • La psiquiatría ¿es ideología?

La Alemania nazi gaseó a 300.000 enfermos mentales: la psiquiatría nazi sostenía que el enfermo mental transmitía su tara a los descendientes, contaminando la pureza de la raza aria. Solución: eliminarlos. ¡Y mataron a todos los enfermos psiquiátricos! ¡Todos! Gaseados para depurar la raza.

  • ¿Hubo aquí una psiquiatría franquista?

Sí, y muy siniestra. No se ha hablado mucho...

  • ¿Qué argumentaba esa psiquiatría?

Que los rojos eran locos, débiles mentales, tarados. El marxismo era una patología psiquiátrica. ¡Ser de izquierdas era una enfermedad mental y moral! Patología que el enfermo contagiaba a su descendencia, deformando la grandeza de la raza española.

  • ¿Quién sostenía esas barbaridades?

Ilustres psiquiatras alineados con el bando franquista, sobre todo Antonio Vallejo-Nágera, y también Juan José López-Ibor, Marco Merenciano... Los psiquiatras republicanos fueron delatados como diabólicos y maléficos, como hizo en Barcelona Ramón Sarró con su insigne maestro Emilio Mira.

  • Guerra civil también entre psiquiatras.

La floreciente psiquiatría republicana resultó barrida. La psiquiatría franquista arguyó que los insanos rojos eran antiespañoles, siendo lo sano ser español.

  • ¿Y qué era ser español, estar sano?

Ser hispanorromano, gótico y católico: ser heredero de los Reyes Católicos, vaya. Los residuos moriscos y judíos eran impurezas que había que eliminar, y lo mismo la ilustración y masonería, esas contaminaciones foráneas.

  • Captado.

Toda esa impureza degeneraba a España: se la llamó "Antiespaña" y había que extirparla. Por eso Franco se complació en una guerra larga y de exterminio: quería limpiar la raza española. ¡Franco era un racista espiritual!

  • ¿Se proponían los psiquiatras franquistas "curar" a los rojos?

Sí, con reclusión en manicomios. Con sermones, adoctrinamiento, disciplina, fármacos, torturas, electrochoques... También se intentó "curar" a homosexuales y transexuales de su "delirio", incluso mediante neurocirugía, tratamientos aversivos, ¡salvajadas!

  • ¿Usted ha visto esas cosas?

Sí, y nadie osaba oponerse: yo me avergonzaba de ser cómplice callado. Los psiquiatras ¡obligaban a los internos en los manicomios a saludar brazo en alto! Vergonzoso. Poco a poco, la antipsiquiatría plantó cara. Cuando llegué a director del manicomio de Jaén, en 1982, desmantelé allí ese estado de cosas.

  • ¿En qué sentido?

Pregunté por qué estaba ingresado cada paciente. ¡Había casos en que ni los psiquiatras lo sabían! Abrí las puertas. Los psiquiatras de la vieja guardia se opusieron. Y descubrí que una mujer llevaba allí 14 años encerrada... ¡por haber sido madre soltera!

  • ¿Con la connivencia de su familia?

Sí, y el argumento psiquiátrico de que en libertad "se hará prostituta". Para evitar que se condenase su alma... ¡Era una psiquiatría inquisitorial! De hecho, Vallejo-Nágera sugirió seriamente resucitar la Inquisición.

  • Algún rojo sí enloquecería de verdad.

Esa atmósfera opresiva enloqueció a más de uno, destrozó vidas, provocó suicidios...

  • ¿Qué otros delirios se teorizaron?

Que había rasgos físicos delatores del degenerado, del rojo: se afirmaba que era feo.

  • ¿Qué pasaba si habías luchado en el bando republicano sin ser rojo?

Todos los soldados republicanos fueron sometidos a cuarentena en campos de concentración: ¡había que descontaminarlos! Del campo de Miranda de Ebro era psiquiatra Vallejo-Nágera, jefe del servicio psiquiátrico del Ejército Nacional.

  • Qué miedo.

Su bestia negra eran las milicianas. Que una mujer --¡depositaria de la salud de la raza!-- fuese roja le desquiciaba: las llamaba "marxistas delincuentes femeninos", para no denominarlas "mujeres". Los escarmientos en mujeres izquierdistas fueron los peores.

  • ¿Qué más sostenía Vallejo-Nágera?

Que los rojos eran seres inferiores. En esto también coincidía con Franco, que decía que los había incorregibles (y a esos se les fusilaba) y los había redimibles... mediante reeducación y trabajos forzados.

  • El fusilamiento como terapia social.

Ya dijo Franco que "cuantos más enemigos mueran, mejor". Franco afirmaba que salvaría a España ¡aunque tuviese que fusilar a la mitad de los españoles! Esa regeneración de España proseguía en cárceles y manicomios: el interno era visto como enemigo objeto de "merecido castigo". Y muchos bebés recién nacidos allí de parturientas rojas fueron separados de sus madres y entregados en adopciones bajo cuerda, para salvarlos así del contagio rojo.

  • ¿Consiguieron "curar" a algún rojo aquellos psiquiatras franquistas?

Consiguieron aterrorizarlos y acallarlos. Pero no "curarlos", claro está. ¡Porque los rojos no estaban locos, por supuesto! López Ibor sostenía que al rojo sólo se le cura si se le recristianiza. El buen psiquiatra, pues, debía ser católico. Y en 1936 escribió esto Vallejo-Nágera: "Creará la guerra una estirpe de caballeros, frente a la plebeyez moral de los peones del marxismo y sus mefíticas toxinas antiespañolas".

  • ¿Cómo acabó este Vallejo-Nágera?

Cuando Hitler perdió la guerra, ¡se disgustó muchísimo! Se jubiló y pasó el resto de sus días escuchando música de Wagner.

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