martes, 13 de octubre de 2009

Un libro muy especial contra la Puta servidumbre escolar que se impone a diario en el Reino FrancoBourbónico



Tiene un avanzado concepto de la educación, que parece situarse a años luz del modelo actual de la universidad española.

"El mundo es el mundo de la posibilidad. No vivimos en realidades cuajadas, eso sería una falsa educación, una falsa sociedad. Nosotros estamos atados a los instintos, pero gracias al lenguaje y mil cosas podemos desatarnos. Somos naturaleza, cuerpo, carne, huesos, corazón y ritmos vitales, pero al mismo tiempo tenemos posibilidad de ser cosas a través del lenguaje y la educación, abrirnos a determinados campos y que el mundo se nos presente como un horizonte móvil y transitable, no como un encasillamiento de carreras y estructuras estereotipadas, regidas por la funesta idea de utilidad".

Y pensar desde la libertad, desde la posibilidad, es hacerlo, en su opinión: "sin esquemas establecidos, sin frases hechas, sin estereotipos que te dicen lo que es bueno, malo y regular, cuáles son los valores, cuáles los ideales y qué tienes que hacer. La mayoría es una pura falsedad".

LA UNIVERSIDAD ALEMANA


Admirador de la Universidad alemana, más próxima a su idea: "educar es crear libertad, dar posibilidad al pensar".

Vivió más de diez años en Heidelberg y más de cuatro en Berlín y se enamoró de la manera de educar el saber en el país germano: "Cada profesor, dentro de su especialidad, dedicaba un semestre a hablar de un tema que él mismo proponía. Los cursos se dividían en semestres y sólo había dos exámenes, uno hacia la mitad y otro al final. Para mí fue un descubrimiento. Yo venía de una universidad asignaturesca, con exámenes en junio y septiembre, una enfermedad que todavía arrastra la universidad española. Cuando regresé y fui a dar clases a la Universidad de La Laguna, un grupo de alumnos se acercó a preguntarme si yo iba a exigir los apuntes en el examen, qué texto iba a recomendar... Me quedé descolocado. El profesor que exija sus apuntes no merece ser profesor. Se necesita que los chicos sepan. El aprendizaje es un problema mixto entre el alumno y el profesor, pero el profesor tiene que crear el espacio de libertad para que el alumno elabore lo que les dice, lo asimile y lo recree. Les dije que el que diera el triple salto en la puerta de la Universidad y saltara seis metros, aprobaría. No me volvieron a preguntar jamás".

Examinaba, porque así se lo exigía el Estado para dar después el título a los estudiantes, pero en esas pruebas sólo pedía a los alumnos que escribieran sobre algo que les hubiera interesado del curso. No obstante, si el estudiante aportaba otra cosa y estaba bien hecha, se ganaba el sobresaliente. Además, les planteaba diez o doce preguntas, para que escogieran dos o tres, y no ponía límite de tiempo para contestar.

"Yo he hecho exámenes en los que había diez minutos para contestar cada pregunta y eso es la muerte de la creatividad, del pensamiento, de la libertad y de la educación".

Tenía muy claro, debía ser coherente con su forma de ser, de pensar y de entender la Universidad. Y lo era.

"Hay que dejar a los jóvenes que se encarnicen cuatro o cinco años con la literatura, con la química orgánica, con el derecho administrativo, que sueñen un poco. Luego ya se colocarán. La universidad no tiene que ofrecer salidas, lo que tiene que ofrecer son entradas y espacio para permanecer en ella".

El éxito de la educación en países como Alemania o Francia, es que la enseñanza pública: "está mimada", algo que le gustaría que también ocurriera en España. Además, desearía que se pudiera desterrar "esa especie de encorsetamiento de exámenes y apuntes".

EL PROFESOR, ESENCIAL


Si sus alumnos le tienen cierta estima, no es ningún mérito suyo.

"Me ha gustado hacer lo que he hecho y poder dar algo de mí mismo, que es lo bonito de esta profesión, para mí la más hermosa.

El profesor es esencial en la formación de la solidaridad, de las ideas, de la libertad de mente. Tiene que ser capaz de estimular el pensamiento de los que le escuchan, no está para que el alumnado reproduzca frases hechas.

Si volvemos a insistir en la tesis de que el ser humano es lo que la educación hace de él, imagínate la responsabilidad que tienen los educadores.

El profesor tiene que transmitir amor a lo que enseña y al mismo tiempo tiene que amar a los que enseña. Y, si no, volveremos lentamente a las cavernas".

Reconoce que puede parecer grotesco el hecho de animar a los jóvenes a amar el saber y el conocimiento, pero apunta que, de no hacerlo así, sería una "castración" de la vida intelectual.

"El aprendizaje no es sólo un caminito que te lleva derechito a tener una colocación en tal o cual empresa. Eso me parece un error garrafal de los sistemas educativos actuales. Podríamos terminar creando, por ejemplo, especialidades en paraísos fiscales", ironiza.

"Yo creo que es una de las funciones más hermosas que puede haber en la vida comunicarte a través de la enseñanza, pero no para que te dé autoridad, la autoridad hay que ganársela con el entusiasmo, con tus ganas de comunicar lo mejor que sepas. La desasignaturización de la Universidad debe permitir al profesor moverse en ese espacio de libertad, con todo el rigor que sea preciso".

"Cuando nos quejamos del nuevo alumnado, yo creo que lo primero que tenemos que hacer es quejarnos de nosotros mismos, de muchos de los docentes".

UN PROFESOR QUE "LEVANTA" CÁTEDRA

Su apego a pensar y su amor al conocimiento y al entregado oficio de enseñar, conceptos relacionados con la Filosofía, guiaron sus pasos hasta la Universidad. "No hay que sentar cátedra, sino levantarla" y eso es lo que hizo en las clases con sus alumnos, y lo que hace cada vez que escribe un ensayo o imparte una conferencia.

Las palabras de Lledó no pretenden ser concluyentes, sino abrir puertas y ventanas e invitar a pensar. Y desde la humildad que sólo tienen los grandes sabios con mayúsculas lo consigue, su discurso provoca el impacto de una sacudida que despereza la mente y levanta el ánimo.

Le gusta hablar de valores como la libertad, la solidaridad, la belleza, la justicia o el amor, y no le importa que todas estas palabras suenen a música celestial.

"El día que no marquen nuestro camino estaremos perdidos".

UN LIBRO MUY ACTUAL


"Ser quien eres" late de manera inconsciente esa búsqueda de la libertad y también de la propia identidad del autor. Algunos de los ensayos que recoge son inéditos, pero otros fueron escritos hace diez años. Sin embargo, no han perdido ni un ápice de frescura y su vigencia sigue siendo plena.

"Eso es porque no solucionamos los problemas esenciales, porque no nos damos cuenta de que los seres humanos son producto de su educación. Somos seres que aprendemos a hablar y en el lenguaje, que es la primera gran avalancha de reflejos condicionados, aprendemos una manera de ver el mundo. El lenguaje es como una mano que agarra la realidad y nos la dice, pero también hay que crear una lengua matriz, una lengua personal, de tu propia libertad, de tu propia experiencia, de tu propio contacto con la realidad, con la vida, con los otros seres humanos, y tener unos determinados ideales de solidaridad y justicia, de todas esas palabras que ahora no se estilan y que, sin embargo, constituyen los centros elementales de la cultura humana. Si quitas la bondad, la belleza, la justicia y la verdad, qué queda en la vida.

El día que renunciemos a esto no merecerá la pena vivir".

Se consigue "con una educación de la mirada". "En nuestros días, es normal decir que una imagen vale más que mil palabras y nadie duda de la fuerza de las imágenes, pero, si no somos lenguaje, palabra, si no tenemos nada dentro, no vemos nada, no entendemos nada, no captamos nada e incluso lo malen¬tendemos".

Está convencido de que los estudiantes son mucho más listos y sensibles de lo que creemos, y, cuando se les transmite amor e interés, lo reciben.

Emilio Lledó Íñigo (Sevilla, 1927)
Estudió en las universidades de Madrid y Heidelberg Filosofía y Filología Clásica.
Ha sido catedrático en varias universidades alemanas y españolas y ha obtenido importantes reconocimientos. En 1988 fue nombrado "fellow" del Wissenschaftskolleg de Berlín, recibió el Premio Alexander von Humboldt de la República Federal Alemana (1990), fue Premio Nacional de Literatura (1992) y desde 1994 es miembro de la Real Academia Española. Además, Lledó es autor de numerosas publicaciones y estudios. "Yo tengo muy claro dónde estoy y al país que pertenezco", encuentra su patria en el Arcipreste de Hita, Cervantes, Miguel Servet, Goya, Jovellanos, Machado, Lorca y Galdós.

Ahora editan las Prensas Universitarias de Zaragoza (PUZ) su último libro: "Ser quien eres. Ensayos para una educación democrática". PVP 22 €.
Fuente: Diario del Alto Aragón

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