Va fanculo, Berlusconi
por Carlos Tena
insurgente, 16 dic 2009
Del golpe en la cara recibido por el Cavaliere Berlusconi, elegido en unas elecciones democráticas “a lo primer mundo”, es decir, un proceso en el que la inmensa mayoría de la sociedad acostumbra a no atender, y menos dar lectura al programa que presentan los candidatos, lo que más me ha extrañado es la inopia en la que vivían los guardaespaldas.
La ciudadanía de esta vieja y cada vez más puta Europa, ejerce el voto en función de la simpatía que genere cada uno de los presentados como líderes, que a su vez han sido escogidos por un Sanedrín, cuyos miembros son el resultado de múltiples reuniones en la cumbre (de la desfachatez), cuya característica común es la presencia de los banqueros y empresarios más importantes del país (entre ellos, los que detentan medios de comunicación), jueces, militares de paisano, algún alto funcionario de la Corona (en el caso de un régimen monárquico), uno o dos intelectuales escorados a la derecha, más algún miembro del gobierno de los Estados Unidos, que acude como director ejecutivo de una agencia de publicidad, cuando todos saben que es un pluriempleado de la Casa Blanca, que hoy actúa como observador, mañana lo hará en Honduras como agente del FBI, y pasado mañana se irá a Cuba para regalar teléfonos móviles o computadoras portátiles, amén de una buena cantidad de dólares, ya que ese viaje está sufragado por organizaciones terroristas de la Mafia cubano americana de Miami, tan generosas como la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia y Comité Cubano Pro Derechos Humanos, por cierto, visitados en varias ocasiones por la actual ministra española de Sanidad, la socialista Trinidad Jiménez, mostrando sin pudor alguno su afectuosa relación con asesinos a sueldo y terroristas de amplio historial.
Y lo digo sin el menor atisbo de duda, ya que personajes tan criminales como Bush o Uribe, por activa y por pasiva, Ileana Ross-Lethinen, Luís Posada Carriles, Santiago Álvarez Magriñat, Lincoln Díaz-Balart, Mel Martínez, los alcaldes republicanos Carlos Álvarez, Manny Díaz, representantes y senadores estatales, como Rudy García, Rene Eddy González, David Rivera, Anitere Flores, Luís García, Marco Rubio, Esteban Bovo, Marcelo Llorente, JC Planas, Julio Robaina, Carlos López Cantera, Yoiset de la Cruz, Matti Herrera Bower, Manny Marono, César Caraza, llegando a los comisionados Pepe Díaz, Joe Sánchez, Rebeca Sosa, Tomas Regalado y muchos otros, contribuyen desde hace cincuenta años a intentar derribar la Revolución cubana, ya sea volando aviones civiles, colocando bombas en establecimientos hoteleros de la isla, o introduciendo larvas del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue hemorrágico, descubierto curiosamente por el científico cubano Carlos J. Finlay, quien presentó sus resultados por primera vez en la Conferencia Internacional de Sanidad, celebrada en Washington DC, el 18 de febrero de ¿1881?. Sus declaraciones fueron objeto de burlas por parte de médicos estadounidenses, aunque luego trataron de exponer estos descubrimientos como desarrollados en su país.
¿Y qué tiene que ver todo esto con Berlusconi, se preguntará el lector? La respuesta es simple. Tengo la sospecha razonada de que el Cavaliere podría resultar un mafioso de tomo y lomo, como Luciano o Capone, implicado en robos, estafas, crímenes, desviación de fondos, chantajes, etc. De otra manera ¿por qué dos ex convictos de la Cosa Nostra quieren contar, de forma alta y clara, los chanchullos de todo tipo en los que participó el Godfather Silvio hasta hace un par de días, como se suele decir en lenguaje popular?
La Mafia, de origen siciliano, o la Camorra, su equivalente napolitano, dominaban todos los negocios en la Cuba sometida: industria azucarera, alcohol, níquel, juego, prostitución, hoteles, armamento, y al propio gobierno de la isla, desde que Lucky Luciano escogiera a ese país como puente para llevar heroína a Estados Unidos, una vez que su compañero de fechorías, el judío Meyer Lansky, convenciera al general Fulgencio Batista, en 1941, de la conveniencia del pacto con el crimen organizado.
Desde aquella fecha hasta bien entrado el año 1958, la Mafia italo americana organizó un colosal imperio en La Habana, convirtiéndola en la capital más importante del mundo para el lavado de dinero ilegal desde Estados Unidos, el procesamiento de diamantes y oro llegados de contrabando, amén de una red de casinos, hoteles, cabarets, a la que añadiremos el tráfico hacia EEUU de la cocaína, que traían ya procesada desde Colombia. El 21 diciembre de 1946, Vito Genovese llegaba a la ciudad, hospedándose en la calle 3ª del barrio habanero de Miramar, donde residía Luciano, para organizar una impresionante Cumbre (por el número que había de asistentes, ametralladoras, bombas de mano, fusiles, pistolas, guardaespaldas, etc.) en la que estuvieron presentes (menos el pobre Al Capone, convaleciente en su residencia de Miami tras una breve estancia en prisión), colegas de Silvio Berlusconi como Alberto Anastasia, Tommy Lucchese, Joe Bonano, Joe Profaci, Giuseppe Magliocco, Mike Miranda, Willie Moreti y Augie Pisano, Steve Magaddino, Tony Accardo, los hermanos Charlie y Ronco Fischetti, Carlos Macello, "Dandy Phil' Pastel, Santos Traficante, Amadeo Barletta y Amleto Battisti. Tras la reunión, en la que se ultimaron tratados por valor de miles de millones de dólares, un tal Frank Sinatra puso el broche de oro a la cumbre, con sus canciones y sus chutes.
El crimen organizado, ha permitido en la Italia del siglo XXI que un miembro “no liberado” de esa Mafia, acceda a la presidencia de una nación, sin el menor rubor. Berlusconi se ha alzado con el título del gangster más respetado y admirado por millones de italianos, sin duda orgullosos del poder de aquella organización, que tras el final de la II Guerra Mundial, sirvió de apoyo al ejército y al gobierno norteamericanos, para controlar a los miles de heroicos combatientes del Partido Comunista, muchos de los cuales cayeron asesinados en los primeros años cincuenta, precisamente por su continua batalla contra la Cosa Nostra y el fascismo, que se habían ocultado bajo el manto de la Democracia Cristiana, con la bendición del Vaticano y la plana mayor de la Fuerzas Armadas estadounidenses, muchos de cuyos generales protegieron, ampararon, defendieron y promovieron a líderes de la Mafia, no sólo a la hora de comerciar oficialmente con su gobierno, sino presionando sobre las autoridades municipales italianas, para que alguno de esos miembros de la organización fueran elegidos alcaldes de decenas de ciudades en Sicilia y el sur de la península.
Berlusconi lleva tejiendo desde hace décadas la trama en la que al final, se ha enredado irremediablemente. Una red casi impenetrable formada por jueces, políticos corruptos, empresarios condenados en procesos por estafa, extorsión y evasión de capitales, policías, chivatos, delincuentes, narcotraficantes, así como profesionales del cine, la canción y la televisión. A su Imperio no le falta de nada, excepto un artículo de la Carta Magna española, según la cual el monarca puede cometer los delitos que le vengan en gana, ya que se le considera intocable. El Caballero de la Nariz hoy rota, no ha logrado consagrar su impunidad ante los procesos que se le vienen encima.
Berlusconi no le ha agredido un tapado de la Mafia (que hubiera sido más radical en la golpiza), sino un pobre hombre harto de las fechorías y bravuconadas de este delincuente en sesión continua, que tanta simpatía despierta en los círculos de Esperanza Aguirre, José Maria Aznar, Benedicto XVI, Tony Blair, Sarkozy, Angela Merkel, Álvaro Uribe, Alan Garcia, Mohamed VI, y demás escoria política. Algunos de estos nombres son hoy sustitutos de quienes se reunieron en La Habana en aquel 1946, solo que en el siglo XXI han llegado a presidir naciones, gobiernos o comunidades, merced a la toma y asalto de las leyes más elementales de la democracia, para violentarlas y manipularlas, en la búsqueda de un mundo mejor… sólo para ellos.
Si esa agresión la hubiera sufrido Hugo Chávez, Fidel Castro o Evo Morales, los medios de comunicación en pleno (salvo las excepciones conocidas), habrían disfrutado de lo lindo e ido de inmediato en pos del agresor, no para censurar su conducta, sino para entrevistarle en los programas de Julia Otero, Ana Rosa Quintana, Gran Wyoming, Buenafuente, Pablo Motos, o en el de Iñaki Gabilondo.
Berlusconi no ha sido agredido. Ha recibido la caricia de la tempestad generada por sus vientos, del ciclón del paro y el desempleo, del maremoto de su descaro y desfachatez. Que nadie se lleva las manos a la cabeza; que nadie se rasgue las vestiduras ante el hostiazo. Yo no condeno al agresor, es más, comprendo perfectamente su rabia, su frustración, su arrebato.
Otros menos afortunados, que jamás causaron daño a nadie, recibieron disparos a quemarropa sin que esos mismos medios, esos mismos dirigentes, e incluso muchas personas de buen corazón, clamaran con la misma fuerza e intensidad para condenar las mortales agresiones que sufrieron: me refiero a John Lennon, Gandhi, Monseñor Ellacuría, los abogados laboralistas de Atocha, Santi Brouard, Josu Muguruza, Arnulfo Romero, Víctor Jara, el Ché, y miles de anónimos inocentes que jamás saldrán de la fosa común, porque el Tribunal Supremo español impide que las víctimas del terrorismo franquista reciban el homenaje de la verdadera democracia, que no es la misma que la de sus miembros… y miembras.
Parafraseando la canción de Marco Massini: ¡Va fanculo, Berlusconi! ...