El miércoles día 22 de octubre hubo un juicio en la sala 5 de lo Penal de los Juzgados de La Caleta de Granada. Sentaban en el banquillo de los acusados a don Luis García Montero por injuriar en una reunión del Departamento de Literatura de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada al incansable investigador don José Antonio Fortes.
Fue todo un síntoma que justo después de las palabras del señorito Montero se fuese la luz. Fue un juicio en el que no había por tanto nada de Luces. Y se notó.
Es una puñetera vergüenza lo que está pasando en la Universidad española. Seres mediocres, petulantes y ridículos han hecho de los recintos universitarios sus particulares fincas cortijeras.
José Antonio Fortes lleva ya varias décadas investigando con tesón. No es nada fácil la apuesta que hace. Y no se enfrenta con pocos enemigos. Algunos de ellos le vienen de la ridícula concepción que muchos pésimos alumnos de Letras tienen de lo que les puede ofrecer una licenciatura en Filología. Están llenitos ideológicamente de esencias, de espiritualismos, de valores genéticos que sólo los genios pueden desplegar... El profesor Fortes va a saco contra tanta estupidez. Y eso si gusta es después de una larga marcha por cumbres laboriosas y demasiados escarpadas. Muchos cretinos se quedan tirados por el camino y se creen sus fantasmadas como si fueran hechos reales.
Fortes, al menos desde finales de los años setenta, ha producido una inmensa obra. Mucha de ella aún se mantiene inédita. No son pocas las zancadillas que le han puesto. Sería muy tedioso informar de ello. Algún día habrá que hacerlo, pero no es este el momento.
Sus tesis de trabajo no son cómodas para ser entendidas por las raquíticas mentes de los perezosos estudiantes que se creen ya escritorzuelos que se matriculan en una Facultad de Letras sin poseer ni ciencia ni tener consciencia -de nada y mucho de menos de clase-. No están preparados para entender ni su escritura ni su teatralidad didáctica. Lo lían y lo confunden casi todo. Salen huyendo a la primera oportunidad de sus clases, en muchos casos por la sencilla y simple razón de que además de exigirles leer unas cuantas novelas les pide que las amplíen leyendo ensayos de sociología, de política, de historia y hasta de filosofía. ¡Demasié! No pueden aguantar el ritmo y muchos se marchan. A algunos por hacerle un favor a ellos los lleva de excursión a hemerotecas. Les financia hasta estancias en archivos históricos de su propio bolsillo. Eso es grave, según algunos. Esa conducta roza la comisión de perversos delitos. ¡Qué se le va a hacer!
Para Montero y su CIA eso no se puede seguir permitiendo. Y en cátedras y páginas de diarios como ELPAÍS clama porque la Universidad de Granada ponga en su sitio a semejante "chiflado". Da excelentes lecciones de tolerancia. Aunque las cobra a precios desorbitados. sabe de esas cosas. Y se vende. caro. carísimo, según él. Aunque no nos engañemos. Como aprendimos con Léolo el dinero no explica nada. Aún sin dinero lo haría igual. El dinero es sólo una coartada para que no se vea su carencia de dignidad.
No es poco lo que puede el señorito Montero. Una persona tan culta, tan sensible, tan educada pierde los papeles y, a lo peor para él, hasta el juicio porque en una reunión del Departamento de Literatura se cuestionaron sus quehaceres como Comisario de Exposiciones y como personaje "siniestro" en las componendas del estúpido Premio de Poesía "Federico García Lorca" que concede el Área de Cultura del Ayuntamiento de Granada que ostenta su GRAN HERMANO Juan. Sin más historias ni preámbulos se fue para Fortes y le lanzó a la jeta los insultos más soeces, vulgares, machistas que su inconsciente ideológico ha absorbido desde, al menos, la cuna.
Desde entonces miente respecto a aquel episodio. Quiere hacer creer que cuando publicó su columna "Lorca era un fascista" en EL PAIS lo que quería era rebatir las tesis que Fortes lleva trabajando desde hace décadas. Es falso: ni siquiera se ha tomado la molestia de leerlas. El único que por ahora ha escrito que Lorca era un fascista ha sido el propio Monterito. Que aprenda a leerse.
Costará trabajo y muchísima paciencia. Pero el tiempo pondrá a todos en su sitio. Y el consistente trabajo de investigación de Fortes más tarde o más temprano saldrá a la luz. Y quizá, mientras tanto, algunos puedan reconocer sus excelencias como profesor, como investigador, como persona y hasta como camarada. Algún día... ¡se hará justicia! Y nosotros ayudaremos a que así sea... ¡Basta ya de meapilas!